Sesenta viajes a Ítaca

Es Fernando sobre un Ferrari número 5. Maranello se enfrentaba a Bernie desde que en 2009, don Luca osara plantar cara al viejo. Las ruedas cambiaban de bando en Barcelona de cada año y las mejoras aerodinámicas eran prohibidas de manera preventiva. ¡Ahí, con dos cogieron! El Nano luchó allí, junto a un Felipe que corría para sí mismo y una cúpula directiva que tenía sus miras puestas en no molestar a Ecclestone ni por activa ni criticando a Pirelli. Había un botón del holocausto, pero nadie lo apretó jamás.

Lo tifosi eran entonces gente corriente que amaba a La Scuderia porque a la rossa nunca se la deja sola, como a mi Athletic, pero a Alonso se le ocurrió solicitar una nueva filosofía, quizás vencedora, y don traje de sastre le trajo a Kimi de compañero para que le pusiera las pilas. Y una cosa llevó a otra, y el F14-T salió malo de cojones y Stefano renunciaba y venían a sustituirle Marco y su segadora, y lo que parecía una guerra entre colegas se desveló como una asedio en toda regla.

Marchionne había estado asfixiando económicamente a la de Il Cavallino en un episodio que habría querido firmar el papa Borgia. Fueron años duros en los que jamás llegaron refuerzos, pero con la caída de Montezemolo, vinieron Vettel y los cien mil hijos de San Luis.

La bruja de Blancanieves estaba contenta y Ferrari ganaba el poder político perdido, y las fuentes de nivel crearon el mito de que Sebastian venía a levantar Ferrari como hiciera en su momento Michael Schumacher. Un reto a la altura de muy pocos, tal vez un puñado de elegidos. Sin duda Fernando no, porque además de que el asturiano era un traidor y un desagradecido, su apuesta por Mclaren Honda se suponía que era ganadora...

Ha pasado el tiempo y el retito de Vettel ha quedado en eso: en un salto mortal con red y a poca distancia del suelo, mientras que el periplo del Nano intentando recuperar a su Penélope, sigue adquiriendo dimensiones épicas. Sesenta viajes a Ítaca, nada más y nada menos, una odisea tras otra, en bucle, ad nauseam. Y todavía hay quien no entiende de qué demonios va esta historia y se queja de que otros nos quejemos solicitando algo de equidad a esos de más allá, que diciendo entender de Fórmula 1 no pasan de recurrir a unos números que si nadie lo remedia, no encajarán ni tanto así en Abu Dhabi.

Con suerte, Vettel será tercero a final de temporada en su primer año en Maranello, sobre una escuadra que persiste en ser el juguete preferido de Bernie cuando al viejo le sobran pretendientes. 

Si Enzo viviera otro gallo cantaría, no me cabe duda. Pero estamos en manos de FIAT, la familia Agnelli y sus frecuencias, y el potro de Baracca difícilmente encontrará otro Kaiser que lo redima en un tiempo lo suficientemente prudencial, como para olvidar que Ferrari ha desperdiciado con Alonso en sus filas, quizá la última oportunidad de seguir siendo Ferrari.

Es Fernando sobre una rossa número 5. No busquéis más.

Os leo.