viernes, 21 de agosto de 2015

King Lewis


Lo sencillo sería escribir esta tarde sobre los supuestos problemas de McLaren, sobre la supuesta superioridad de Mercedes AMG, sobre la supuesta recuperación de Red Bull o la supuesta fragilidad en pista de los Ferrari, pero es viernes, las carreras se disputan en domingo y si os soy sincero, estoy hasta en sombrero de tantas suposiciones como me rodean.

El martes cumplí 56 años y sigo vistiendo pantalón corto. Siento que la vida me pertenece más que nunca y hoy, además, ha nacido mi cuarta sobrina nieta, la segunda criatura de Bel y Edu, la hermanita de Leo, el chiquillo con quien tengo sellado un pacto secreto que algún día desvelaré. Antes que ella, llegaron al mundo Cora, la niña de Regina e Iván; y Nina también, la pitufilla de Carlos y Dilara, la nieta que no ha podido sostener en sus manos mi hermano Julián...

El tiempo pasa. Siento el hueco de aquellos que me animaron a continuar con esto cuando lo llevaba como una cruz camino del Calvario, pero sé que hay que seguir. Seguir por los que quedaron en el camino, por los que dejan miguitas de su paso por aquí, y por los que no han dejado de susurrarme desde su silencio que les hago algún tipo de falta. Por los unos, por los otros, por los de más allá, incluso por las rosas que lloraron rocío cuando dieron la patada a Jaime o murieron María y Jules.

Seguir para contaros, que hoy los bardos escriben sus versos más tristes porque el maestro Johann Sebastian Mastropiero no quiere volver a sonreír, pues Daniel Rabinovich ha dejado huérfanos de compañero a los integrantes de Les Luthiers. Seguir para recordaros que hoy hace tres años, un lobo protegido por un collar que delataba su posición las 24 horas del día, por si se perdía o le sucedía algo, cayó abatido por una panda de animales que siguiendo su rastro digital, supieron en todo momento cómo quitarle la vida sin mancharse las manos.

Seguir por Marley y también por Lewis. Por el pasado y el presente, por ese futuro que destila ahora aroma a pañales, aceite para el culito y agua de colonia. Por ti, por ti y por ti. Pero sobre todo por esa vitalidad que nos hace renunciar a llevar el dorsal número 1 en la nariz del coche, reclamando ser el 44 para siempre, caiga quien caiga, así Bernie se vuelva más ceniciento que de costumbre. 

Hubo un tiempo en que todo esto era territorio de lobos. Solitarios en invierno y manada en primavera y verano. Comían juntos, fumaban juntos y juntos se hacían putadas o compartían las hazañas de la noche anterior. El Circo era un club exclusivo porque había que tenerlos bien grandes para apostarlo todo a formar parte de él, ya que los funerales salpicaban de negro el calendario con más insistencia que asomaban en rojo los domingos de carrera. Tuve la suerte de iniciarme ahí, precisamente ahí, y sé perfectamente lo que vale haber vivido lo suficiente como para seguir puntualizando aquí o allá, que hoy la vida es más fácil y tal vez por ello, se nos pasa que tenemos en pista un par de pilotos que valen su peso en oro.

Uno es Fernando, para qué os lo voy a ocultar. Y el otro es ese fenómeno de tez morena sobre el que recae la mayoría de pecados con tal de rellenar con ellos artículos o titulares, que sin embargo, no deja de ser sobre el asfalto, quizás el último vínculo que nos une a esa tierra de la que decimos que venimos.

Hay gallos de pelea y después está el de Stevenage. Y aunque en un par de años o tres, el británico se vuelva lobo como nuestro asturiano, el hoy le pertenece a él, a Lewis. Es lo mejor que nos está pasando, y convendría que no nos fuéramos a la cama sin haberle rezado al menos un par de oraciones para darle las gracias.

Os leo.

2 comentarios:

  1. Qué buen artículo, me has tocado.
    Y que pena lo de Daniel, tan pronto.

    Saludos desde el Coño Sur

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  2. Arghhhh... Con la... Arriba de la té... La diéresis... Daniel, coño, que eso no se hace. Me entero por ti, Jose. Lo siento. Para mí era un genio que pude disfrutar varias veces.

    Bueno el artículo, como todos los últimos. Hay que ver cómo rejuvenece el kalasnikov en verano, pero no imaginaba lo de Ravinovich. Fíjate que la última vez que les vi pense que sería la última, pero por Mundstock...

    Cagón tó.

    Un saludo triste a todos.

    ABB

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