sábado, 13 de junio de 2015

¿Cómo que no? #25TLM15 [06]


Acumulo una vuelta perdida y toca ir recuperando terreno, aunque se acabó la historia de cenar tranquilito y dormir un poco, al menos hasta que esta carrera esté estabilizada. Se acerca la noche y hay que seguir rápido mientras el coche no se duela. De momento puedo decir que estoy bien a pesar de que llevo encima unas 2.500 palabras escritas.

En fin, Mark Webber lidera en estos momentos las 24 Horas de Le Mans y parece tiempo para acordarse de aquel maldito Malasia 2013 donde Sebastian Vettel decidió pasarse por el forro de los cogieron la Multi 21 de los ídem.

El australiano siempre me ha caído bien. Es uno de esos tipos con los que entablas buena sintonía sin saber ni por qué ni no cómo surgió la cosa. Un individuo que durante una etapa breve de mi vida, pensé que merecía un mundo mejor y mira tú por dónde, al parecer lo ha encontrado.

Y es que esto de lo que uno merece o no pasa siempre por saber aprovechar las oportunidades, y esto me lleva a recordar que hubo un día en que Ford quiso comprar a Ferrari prometiéndola el oro y el moro, pero il capo di tutti capi pensó que era mejor seguir esperando a la turinesa FIAT.

Eran tiempos si no mejores que estos, al menos muy diferentes. La gente era mucho más elegante que ahora y si encontrabas oposición en la mesa de negociaciones, no contratabas a un sicario para eliminar escollos sino que te decías aquello de ¿cómo que no? y arreabas con lo puesto.

Cuentan que de aquella aventura en la que Enzo Ferrari declinó echarse en brazos de la de Detroit, surgió uno de los coches más bellos que han existido para correr en las 24 Horas de Le mans, el Ford GT40, que debe su apelativo a eso tan traído y llevado de Gran Turismo (GT) y también a su corta estatura: 1'20 metros de la base del neumático a la cubierta que protegía el habitáculo. 40 pulgadas de nada que en el fondo, supusieron la espinita en el cielo de la boca para la italiana que había decidido irse de rubias en vez de elegir morenas.

Hay mucho de belleza en estas cosas. Te quiero comprar, no te dejas o no me crees, y decido a renglón seguido partirte la cara porque La Scuderia es una filosofía que va más alla de los circuitos de Fórmula 1. Es grande porque prácticamente ha hecho historia en casi todos los terrenos habidos y por haber, y eso debía saberlo Donald Frey cuando intentando razonar lo beneficioso que resultaba todo con il dracco pero viendo que no podía ser, supo inmediatamente que el mordisco debía ir a la yugular.

Ferrari prefirió su propia cultura a la hora de hacer las cosas y Frey decidió devolverle el guantazo en un circuito como La Sarthe, con un pepinaco preciosista que hoy es puritita leyenda.

¿Cómo que no...? Lo siento, pero esto es muy de mi tierra, como lo que está haciendo Webber.

Os leo.

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