Pasando por alto que la forma en que la FIA aplica el reglamento a los equipos punteros y la manera en que lo hace con los llamados pequeños, daría para un estudio de sociopatía, lo cierto es que este mediodía, Toro Rosso se ha caído con medio equipo y por una tontería.
Carlos ha confesado que no ha visto la señal luminosa que le llamaba a pesaje, y la de Faenza ha medido mal el riesgo de cambiar las gomas y rellenar el tanque de combustible del vehículo número 55 para Q2. Pero la FIA, tan justiciera ella, ha vuelto a demostrar que la Fórmula 1 está hecha para los equipos y no para sus conductores, lo que en cierto modo, supone un enorme contrasentido con eso tan traído y llevado últimamente, de que el deporte quiere devolver el protagonismo a estos últimos.
En la era de la instantaneidad, los ordenadores, el whatsapp y otras milongas, a ninguno de estos lumbreras que definen los derroteros de la máxima disciplina, se le ha ocurrido que si el piloto no ve la bendita señal y no puede avisar a su muro, está totalmente vendido.
Controlar que el peso del vehículo sea el adecuado corresponde a los técnicos, a la escudería, y a uno, a mí en concreto, se le ocurre que si la cosa puede acarrear una sanción de tomo y lomo, lo lógico sería que en la misma acción en que se señala quién debe entrar a pesarlo, en el peor de los casos, se avise al piloto y a su equipo para evitar injustos desenlaces.
Imagino que entre los numerosos ingenieros electrónicos o informáticos que nutren las filas de nuestra afición, habrá quien entienda mejor que yo cómo hacerlo, pero no me cabe ninguna duda de que con tanto cachivache como adorna el volante de un monoplaza y los muros de los equipos, hay lugar para un diodo que avise simultáneamente a todos los implicados, de que el coche tal o cual debe entrar a ser pesado por los responsables de la egregia institución.
Ya mostré mi rechazo a que a Daniel Ricciardo le metieran la del pulpo a cuenta del caudalímetro en Melbourne 2014. Aquello, como lo de hoy, entra dentro del ámbito de los equipos. El consumo y el peso forman parte de eso que llamamos técnica, y en justa correspondencia, deberían ser Red Bull en el ejemplo mencionado, o Toro Rosso hoy, las que corrieran con los gastos.
Penalizar a una escudería machacando a cualquiera de sus pilotos es un completo sindiós —más si cabe en una atmósfera de retirada del público de los circuitos—, y hacerlo por una gilipollez como la de esta tarde: un crimen, porque bastante tienen tipos como el australiano, Verstappen o Sáinz, con estar atentos a todo lo que llevan entre manos, que ya es bastante, como para pedirles que además, complazcan a la FIA.
La orden de pesaje debería ir dirigida al equipo, es mi opinión, pero si no es así y a Carlos le corresponde arrear con la penalización de salir desde el pitlane, sólo pediría que si una rueda va suelta después del paso por garaje, se aplique la sanción correspondiente con la misma contundencia, por mucho que nos ruege lo contrario don Maurizio puesto de rodillas.
O todos, o ninguno. Os leo.
No estoy de acuerdo. El piloto es miembro del equipo porque conduce un coche del equipo. Si no pasa una prueba requerida es como si la pasa con resultado positivo. Infracción del reglamento técnico es descalificación del coche y salir del pit.
ResponderEliminar¿Que el reglamento se puede hacer mejor? Sin duda que sí. Si lo hace otro, porque si sigue en manos de Charlie pues tenemos el desastre que tenemos.
Por ejemplo. Si pones la báscula en el primer box en lugar de en el último pueden avisarles por radio mientras ruedan y pesarles al volver al box, que sería lo logico, si de lo que se trata es de saber si en algún momento han rodado por debajo del peso.
¡Saludos!