El muro de los campeones y tal

Me estoy convirtiendo en un adolescente de tomo y lomo, ya os lo advertía el otro día. Es como si el tiempo corriera para mí en plan Interlagos o Singapur: en dirección contraria a las agujas del reloj, aunque puestos a elegir campo de descuento, me quedaría con Istambul Park y aquel momento épico en que mi Felipe le metía piticlín a Kimi, dejando que Lewis sumara un par de puntos esenciales que a la postre, le permitirían alzarse con el campeonato meses después, en Brasil.

Corría 2008 y como sabemos de sobra, mi paulista preferido siempre ha señalado la carrera de Singapur como el puntal de su debacle. Pero no es así por mucho que se empeñe. Hungría fue crucial, Ferrari lo abría en dos y literalmente, ya que el motor de su F2008 decía basta antes de lo esperado, concretamente en la vuelta 67. 

Singapur fue importante, sí, pero no por la idiotez de Nelsinho, sino porque La Scuderia, de nuevo, la cagaba estrepitosamente al dejar partir al brasileño de su parada en garajes, con la manguera de repostaje todavía conectada a la toma exterior del depósito...

Por no ofender no voy a mencionar China (aquella temporada iba detrás de Japón) —épica de cojones ya que Kimi, por muy poco no para en el arcén para esperar a mi Felipe y regalarle la segunda plaza. Que al final se la regaló, aunque de manera más noble y sin que las órdenes de equipo hubiesen sido restituidas, oh, wait!—, pues no ganaríamos nada salvo permanecer en un lodazal de referencias inexactas y sin contexto, que a día de hoy nutren el odio que siente una parte de la peña por un tal Fernando Alonso.

Creo que os lo conté. Localicé un foro antialonsista y decidí entrar por ver qué se cocía dentro. Puse mi vieja marca de tabaco de pipa preferida como apelativo, y la dirección de correo electrónico relacionada, no dejaba dudas de quien era quien quería entrar: jtellaetxe@gmail.com.

Jamás obtuve respuesta a tan descabellada iniciativa, pero tiempo después, cuando ya se me había olvidado, Hampeón me comentó que no me habían dado paso poco menos que porque mi presencia podía acarrear mal rollo.

Lo comprendo, un lobo entre gallinas siempre acojona lo suyo. Donde esté un nostálgico que siente fobia irrefrenable hacia un piloto, que se quite cualquiera que intente razonar un poco poniendo las cosas en su sitio. Los talibanes piden espacio pero son muy cicateros a la hora de dárselo a los demás. 

En fin, lo entiendo, repito, pero tras conocer la razón del rechazo, me entró el cuscús, la comezón, vaya, y hoy puedo decir que estoy dentro de ese fenómeno que sólo se puede dar en España: unos tíos y unas tías (disculpadme la tontería), que se arremolinan alrededor de la manía que sienten por un tipo que hace sombra a sus ídolos.

No voy a señalar a Vettel ni a Hamilton porque podemos liarla. Dejémoso en que mientras México entero jalea a Checo Pérez, aquí nos entretenemos sacrificando ad nauseam al Nano y a esa corriente de opinión que ha posado sus ojos en Carlos Sáinz más que en Roberto Merhi.

Es de traca pero es así, tal cual os lo cuento. Apenas nada del muro de los campeones del Gilles Villeneuve y tal, casi menos de técnica y reglamento. Todo al rojo, al 5 concretamente, o como exceso pecaminoso al 44, y mientras tanto, don Maurizio que dice lo que decía Montezemolo, que la cosa está jodida pero el año que viene, con total seguridad, ganamos.

Os leo.