No tiene puta gracia

El título de esta entrada es lo suficientemente explícito como para que los delicados de piel, melifluos y gente de mal follar, dejen de leer aquí mismo... 

Hecho el aviso, antes de nada quiero pedir disculpas por estos días de pellas, a los que habéis decidido continuar leyendo estas líneas, entre otras cosas porque entiendo que sois de la familia. Capaces por un lado de mantener la visitas al blog a un nivel que produce vértigo para lo minúsculo que soy y por otro, tan grandes como para interesaros por mí en público o por privado, o incluso para ofrecerme llaves, hogar y guía turístico, si preciso de unos días para descansar lejos de casa.

Pero la vida es más ramplona de lo que imaginamos y no ha sido hasta esta mañana, cuando he leído el mensaje de Antonio, que no he caído en la cuenta de que llevo sin escribir aquí desde el sábado pasado.

No tengo perdón. Pensaba llegar a puerto el 28 del mes pasado, y me encuentro en un territorio de nadie con la botavara rota y una vía de agua en el casco, que he reparado como he podido con resina bicomponente y una pieza de plástico que robada al frigorífico.

Mientras achicaba agua empapado hasta los huesos y la mar golpeaba amenazante el barco, asomaba Héctor por poniente y recordaba yo que me pusieron a parir por llamar zaga a la parte final de los monoplazas, que me tildaron de lilas por utilizar el verbo encandilar, que las tuve tiesas con Alejandro por usar sustantivar, que fui capaz de recuperar terreno pasando a limpio, eso sí, a toro pasado, las ideas que escribía sobre servilletas y también, y que mal que me pese, que formo parte de todo esto aunque jamás me haya molestado en clavar banderas ya que gracias a Dios, he tenido a otros que las han clavado y la siguen clavando por mí.

También he recordado el ¡manda cojones! que enarbolé por primera vez un 3 de agosto de 2007...

Y ahí sí. Ahí he sentido una convulsión en la fuerza. Y si a veces no sabes sobre qué escribir, hay días en que no quieres reconocerlo. Y sí, hoy reconozco que me toca especialmente las pelotas que habiendo superado Fernando Alonso los primeros compases de su crisis, siga habiendo hijos de puta que persisten en darlo por perdido o en sembrar dudas sobre su futuro inmediato, medio y futuro, simplemente por aquello de lograr un puñado de miserables visitas a su estúpidos artículos.

No tuvieron huevos para meter mano a la FIA con lo de Jules Bianchi, pero andan creciditos intentando meter el dedo en el culo a lo sucedido a Fernando.

Y no tiene puta gracia. Ni lo que está ocurriendo, ni la manera en que se están pegando el enésimo tiro en el pie los que luego acusan a los supuestos piratas de la red de redes, a los del todo gratis, de que internet está acabando con los medios de comunicación convencionales cuando son estos los que se están suicidando.

Os leo.