No está el horno para figuras retóricas pero anda la platea bulliciosa creando pareados y rimas, cuando no desenfundando el diccionario de la Real Academia Española de la lengua con la intención de meter a quien se mueva, un poco de supuesta cultura entre ceja y ceja.
Hace mucho que no discuto de letras pero algo os diré: lo que afirma la R.A.E. en sus tomos no va a misa aunque por comprensible necesidad, deba estar presente en toda liturgia que contenga palabras y composición de frases, y sí, también párrafos. Pero no. Como digo, la institución que vela por preservar el legado de nuestro idioma hace más de notario con bujía en la mano que de explorador, y conste aquí que este es uno de los más viejos debates que la rodean.
Así las cosas, en vez de hacer caso apresurado a Gabriel García Márquez y a quienes le secundaron, cuando a comienzos de los ochenta del siglo pasado solicitó el colombiano una simplificación de la gramática y la ortografía, nos va sirviendo aquella misma medicina pero en pequeñas dosis, artificialmente rejuvenecida, por fascículos, que diría aquél. De forma y manera que el cotidiano vivir se ha convertido en un sinvivir en el que cabe preguntarse si no llevaba profunda razón Federico García Lorca, cuando en sus paseos se entretenía creando nuevas palabras atendiendo primero a su fonética para poner a renglón seguido, un significado que las acompañara por los siglos de los siglos, amén.
Estoy en plena pelea con una gripe que no me quito de encima y esta mañana en que me he levantado hecho un brazo de mar por ver si la destierro de mi mapa del mundo, he descubierto que ya tenemos dos coches sobre los que hablar y que se ha acuñado un nuevo término para describirnos: «putifans».
Me gusta, coño, me gusta y no sabría decir cuánto. Sintético, afilado, creativo y directo, una perfecta obra maestra que no requiere de cuarenta folios y seis mil enlaces antes de llegar al gato, para explicar qué significa.
Aunque también he descubierto que se está usando y abusando del apellido Alonso en la prensa deportiva patria, hasta el punto de que da la sensación de que Jenson Button corriera este año para Woking con un coche a pedales o en patinete, diferente herramienta de trabajo en todo caso a la de nuestro compatriota.
Hay razones para ello, sobradas, obviamente. Incluso argumentos que defienden la ocasión y la pertinencia. No pondré nada de todo esto jamás en duda. Pero demonios, admitamos también que puesto que William Faulkner y Ernest Hemingway, ambos anglosajones y Premios Nobel, ya discutían sobre si el lenguaje debía ser certero o por el contrario, florido o complejo, exista en la actualidad una corriente de aficionados buttonflautas que nos podemos sentir inquietos ante el ninguneo al que se somete al chavalón de Michibata en España, tanto utilizar sinécdoques en los titulares.
Os leo.
BUMMMMM, me encanta el olor a bomba atómica por la mañana :)
ResponderEliminarY lo que os queda...XD
ResponderEliminarComo la paliza de Alonso a Button sea parecida a las de Massa o Kimi (que creo que no lo será), en seguida empezaremos a oir lo de siempre: que Button se ha olvidado de conducir, que al casarse ha perdido 4 décimas, que no le van bien los motores japoneses a su estilo...etc
Yo no olvidaré que en los 3 años que compartió coche con Hamilton le dio muchísima pelea y que incluso lo supera sumando los puntos de todas las temporadas.
"Lo que dice Juan de Pedro dice más de Juan que de Pedro."
ResponderEliminar(Anónimo de todos los tiempos.)
Me encantó esta entrada. Como todas.
¡Saludos!
¿Nos han bautizado? si lo piensas bien llevamos desde 2008 bautizandolos a ellos y además con términos como ñu que no conseguimos que pase de moda porque a cada cambio de equipo que ha hecho Alonso han migrado por la sabana africana.
ResponderEliminarDe hecho, todos los ñus están migrando a ser ferraristas de toda la vida.
Lo dicho, del serengeti al masai mara, del masai mara al serengeti. Siempre igual, siempre igual.
Saludos