Alain Prost y el tres en raya

Aunque parezca increíble, existe un tipo que ganó tres campeonatos mundiales con McLaren en la categoría de pilotos y no se apellida Senna.

Es más, el piloto del que estoy hablando estuvo en Ferrari y acabó a hostias con Maranello para recalar posteriormente en Williams y lograr su cuarto entorchado, y luego retirarse, y más tarde convertirse en leyenda viva cuando metafóricamente hablando, más le valdría haber quedado maltrecho en una cuneta, ya que como es de sobra conocido, la plebe siempre se muestra infinitamente más generosa con los muertos que con los vivos.

Se llama Alain Prost y si es cierto que últimamente no le menciono mucho, la verdad es que en esta desidia no ha tenido nada que ver el conocer que Bernie Ecclestone, lo señalara como uno de los afortunados constructores de finales de los noventa del siglo pasado, a los que el británico pasó algún sobre que otro por aquello de alcanzar acuerdos. A fin y a cuentas, si a Eddie Jordan le seguimos entendiendo tal cual es y soportando cada vez que sale en pantalla, no veo por qué una salpicadura de tamaño calibre podría empañar la estatura como conductor que atesora el francés.

Y es que Le Professeur es un hombre al que muchos han dado la espalda por no querer contaminar esa librea de pureza que adorna a todo aficionado que se precie, de esos que se dicen de primeros de los setenta de hace cien años, que siguen leyendo Auto-Hebdo después de almorzar, que saben realmente de qué va todo esto y se sienten por tanto, con fuerzas para sancionar quién puede opinar y quién no. Los mismos que se cambiaron de apelativo cuando la oportunidad lo recomendaba, no fuera a ser que llegaran a parecer humanos a pesar de las circunstancias.

Soy prostista y lo he sido siempre —mi amigo Gonzalo lo entiende—, y seguramente no dejaré de serlo jamás. Un tío que pierde los papeles y el trabajo por un lío de faldas, me merece todos los respetos, y si es rápido y tremendamente inteligente sobre el asfalto, todavía más. 

A pesar de lo que dicen, he dedicado poemas soberbios a su antagonista el paulista, al hombre que enseñó al protagonista de esta entrada a sobrevivirse a sí mismo, a superarse, a ser peor individuo a pesar de que comentan, hizo la última llamada telefónica que recibió Ayrton en vida.

Un tetracampeón de los pies a la cabeza, el manús que hoy por hoy acumula más subcampeonatos cuando ser primero o segundo apenas significa nada gracias a la mercadotecnia que no asuela.

Alain me recuerda a Fernando, pero el asturiano es de los de Senna. Maldito devenir de la historia. Pero creedme, ha existido un tipo que ganó tres campeonatos mundiales con McLaren en la categoría de pilotos y no nació en Brasil sino cerquita de Saint-Chamond, en la puritita Francia, y hasta la Queen de Inglaterra lo distiguió con los honores de la Orden del Imperio Británico.

Os leo.