Termino el repaso a las hazañas y desventuras de las escuderías durante esta temporada que acabamos de meternos entre pecho y espalda, recalando, cómo no, en la campeona del mundo, Mercedes AMG, la escuadra que sentenciaba el Mundial sin haberlo disputado siquiera.
Y es que sí, a poca memoria que alberguen nuestros cerebros, es menester recordar que ya en pretemporada, la de Brackley hizo más kilómetros que nadie y fue más rápida que nadie, y a pesar de que no se llevó el plus de la máxima fiabilidad en pista, lo cierto es que llegó al Gran Premio de Australia, primera prueba puntuable del calendario, siendo la más firme candidata a calzarse ambos titulos, tal y como a la postre ha ocurrido.
La cosa estaba cantada, que dicen, pero precisamente la fiabilidad de los cogieron ha sido el único aliciente que ha salpimentado el deambular de los W05 por los trazados de Dios, ya que cuando no se insinuaban sorpresas en el horizonte mecánico, la sensación más generalizada atribuía a las máquinas anglo-germanas un poderío de tal calibre, que se entendía como factible que pudieran endosar hasta 3 segundos por vuelta a sus rivales.
No es ninguna broma aunque lo parezca. Una normativa hecha ex profeso para sustantivar la igualdad entre los equipos, permitía ver la luz a un engendro capaz de ensombrecer a cualquier competidor sin despeinarse, ventaja que en manos de Nico Rosberg y Lewis Hamilton, y con el permiso de Daniel Ricciardo (Red Bull), ha dado lugar a una sesión dominada de cabo a rabo por las flechas de plata que se ha salvado en aquello del espectáculo, gracias a que los dos espadas de Mercedes AMG se las han tenido tiesas o al menos, así nos lo han hecho ver.
El asunto de la convivencia comenzaba a mostrar aristas en Mónaco y alcanzaba su clímax en Bélgica, y si bien es cierto que soy de los que opinan que el alto staff del equipo ha pecado de pardillín en el manejo de tanto incendio, siendo honesto tengo que afirmar que tampoco ha sido para tanto porque al fin y al cabo, Brackley no ha tenido competencia, con lo cual, daba lo mismo que lo mismo daba, sofocar el fuego que avivarlo.
Al final y como estaba previsto, uno de los dos W05 llevaba en su interior al campeón del mundo. El agraciado ha sido Lewis Hamilton y bien que me alegro por el de Stevenage, pero en mi pretensión de seguir siendo sincero os diré, que si el fiel de la balanza se hubiera decantado por Nico Rosberg en vez de por el británico, tampoco hurtaría mi felicidad al respetable: vi ganar al hijo de Keke en China 2010, y confieso que no me habría amargado ni tanto así, ver al chaval conseguir su primer entorchado.
Sea como fuere, Mercedes AMG ha sido la mejor escudería de 2014. A falta de saber cómo va el asunto de su aerodinámica interna, el W05 se ha mostrado como un vehículo insultantemente superior al resto. Sin duda una buena cuota de esa excelencia se ha debido a la unidad de potencia made in Mercedes-Benz, pero hay más. Excelente tracción, fabulosa velocidad punta, meticuloso cuidado de las gomas, pero sobre todo, una plataforma soberbia en su conjunto.
Sí, Toto y Niki se lo merecían, como Lewis, y como Nico en su subcampeonato. Brackley ha dominado el Mundial de 2014 y solo cabe quitarse el sombrero.
Os leo.
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