Mad Max Hamilton

No sé lo que pensarán ustedes, pero estas escenificaciones de potencia me empiezan a cansar un poco, y no tanto por el protagonista, en este caso Lewis Hamilton, sino más bien por los comentarios que hay que leer después.

Que sí, que queda precioso ver a un tío salir de atrás y llegar al podio, pero si en su día cuantifiqué los daños que produce todo esto cuando el intérprete era Sebastian, no voy a ser tan necio de renunciar a mullir a golpes el mismo flanco del espectáculo, y es que con un misil, estas cosas resultan sumamente sencillas.

A ver, entre los que se apartan porque la guerra no va con ellos y los que reciben órdenes por radio para que se quiten de enmedio no les vaya a suceder algo, quedan los que osan oponer algo de resistencia y son avasallados sin compasión por un puñetero grandullón que les saca dos segundos de ventaja por vuelta. Una vez la morralla ha sido apartada incluso a codazos desde el interior de una curva, queda, como hoy, que Lewis ya no sale vigésimo como dirán las estadísticas, sino décimo o nono, como se ha venido a ver en cuanto han transcurrido un par de giros.

Y a partir de ahí, o eres fino o más tosco que una lija de descuartizar madera, y sintiéndolo en el alma tengo que decir que al británico de Brackley le he visto hoy como sobreactuando, como sabiendo que llevando un W05 bajo el culo bastaba con localizar el siguiente objetivo y quitárselo de encima si hacía el caso, sacándolo de la carretera, así, en plan Mad Max pero sin armas ni personajes malencarados ni trastos cochambrosos.

Como reconocía al principio, estas cosas no me divierten en absoluto, y mira que lo siento. Las protagonice Sebastian, Mark o Lewis (los coches de Fernando jamás han dado para tanto), este tipo de remontadas me saben sosas de narices y a bastante impostura, por qué no decirlo, ya que vienen a ser como contemplar a un preadolescente robando bocadillos en el recreo de una guardería: algo que no tiene puñetera gracia, que resulta infinitamente predecible pero que sin embargo, quedará escrito en la historia de nuestro deporte para que algún incauto, dentro de una o dos décadas, si es que la Fórmula 1 llega tan lejos, piense que pasar del puesto veinte al tres en el Gran Premio de Alemania de 2014, supuso para Hamilton una remontada épica con la que adornar su ya de por sí brillante curriculum.

Como dentro de tanto a buen seguro no estaré aquí para recordar que una vez escribí esto, ahí lo dejo, por si os hace falta a vosotros.

Os leo.