Sabéis lo que sé y yo sé que lo sabéis. Pastor es un tipo igualito que nosotros que paga y sueña o sueña y paga, como queráis verlo, por seguir literalmente vivo.
Dicho esto, si no fuera para ponerse a llorar, lo que le pasa al piloto venezolano incluso tendría su gracia ya que un tipo como él, que tiene una patrocinador tan potente como PDVSA, ha ido a caer precisamente en una escudería decadente en el peor momento posible, lo que en sentido estricto supone un pleno al quince en la quiniela pero al revés, en lo que viene a ser apostar todo lo que se tiene a morir en lo más hondo de la cueva.
Sé que muchos de vosotros no le tragáis pero a mí el indio de Maracay me sigue encandilando, y menciono lo de indio en el mejor de los sentidos posibles porque Maldonado sigue siendo bravo incluso en la peor de las coyunturas, y de eso solo entienden los recios que no bajan la testuz ni a la de tres, así los maten o los descoyunten, porque les va en la piel y les riega el corazón cada poro de su piel para que los putos blancos recordemos que ni somos únicos ni estamos en lo más alto de la pirámide de la especie humana.
Tengo con Partor un dejà vue desde hace tiempo que me ha llevado demasiadas veces a valorarlo incluso por encima de sus posibilidades. En cierto modo veo en su mirada y sus actitudes la misma vitalidad que muestro yo cuando me vienen mal dadas, y es que en la vida, más allá de ser espécimen de observación u observador, queda espacio para ser uno mismo así caiga lluvia como cuajarones de sangre.
Me gusta Pastor y no es la primera vez que lo digo. Tiene algo de atávico y de genuino que me sigue subyugando carrera tras carrera, pero su salida de Williams y su entrada en Lotus me recuerda demasiado a cómo cae un lobo en la lobera.
El dinero no lo es todo en Fórmula 1 pero manda cojones que un piloto pagador que jamás ha hurtado su vitola, se las tenga que ver con una trampa que recuerda demasiado a una tormenta perfecta. Mal en Grove porque Williams andaba escasita y mal en Enstone porque la escasez ha llegado ahora, curiosamente ahora, precisamente ahora, cuando Checo no remonta y la impericia cotiza al alza, cuando gente como Maldonado sucumbre ante una Fórmula 1 que no ha formulado bien sus ecuaciones y ha llevado a personalidades como Sebastian o Kimi, a socorrerse en las excusas y no desde las prestaciones en pista.
Pastor está herido de muerte porque supuestamente importaban más los dólares que traía bajo el brazo que sus propias manos y cerebro, y lo lamento porque jamás lo veremos ni discerniremos si había posibilidad de volverle a ver ganar en Barcelona, ya que el dinero, el puto dinero, tiene la llave y abre y cierra el círculo en Fórmula 1, de tal manera que si llega tarde es como si jamás hubiera llegado.
Y ahí está Maldonado, preso de una F1 que no entiende y que no el entiende a él, como hace con Kimi o con Sebastian pero a diferencia de ellos, en el caso del venezolano, en el fondo de la montonera, donde nadie es nadie así saque un poquito la cabeza o traiga del brazo los quintales de recursos que una escuderá exhausta requiere para seguir boqueando.
En todo caso, me queda la interrogante de por qué Pastor apostó precisamente por el número 13. ¿Qué hace un 13 como tú en un mundo como este? Buena pregunta, sin duda.
Y ahí está Maldonado, preso de una F1 que no entiende y que no el entiende a él, como hace con Kimi o con Sebastian pero a diferencia de ellos, en el caso del venezolano, en el fondo de la montonera, donde nadie es nadie así saque un poquito la cabeza o traiga del brazo los quintales de recursos que una escuderá exhausta requiere para seguir boqueando.
En todo caso, me queda la interrogante de por qué Pastor apostó precisamente por el número 13. ¿Qué hace un 13 como tú en un mundo como este? Buena pregunta, sin duda.
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