El hombre invisible

La actitud de Red Bull con quien mejor defiende sobre la pista sus intereses en la actualidad, resulta amén de desafiante para el intelecto bastante extraña. Lees sobre la de Milton Keynes y da la sensación de que en Spielberg, Daniel Ricciardo no minimizó los daños en un circuito que se había atragantado a la austriaca desde el mismo viernes, robando como quien dice 4 puntos vitales para mantenerle como tercer clasificado en la tabla de conductores a la espera de que soplen vientos mejores.

El australiano quedó octavo. No tuvo una carrera memorable pero entró en el reparto y se llevó lo que le correspondía. Es más, su escasa cosecha también ayudaba a su escudería a mantenerse firme en la segunda posición del Mundial de Marcas.

No sé si me seguís pero las quejas y pesadumbre que mostraba Red Bull después del Gran Premio de Austria parecían corresponder a un puzzle diferente, uno tal vez en el que la imagen resultante debía ser otra que por diversas razones no surgió. Quizás Vettel no tenía que haber sufrido lo indecible durante todo el fin de semana; quizás el tetracampeón tenía que haber completado la prueba acabándola por delante de su compañero; quizás el nuevo abandono del de Heppenheim no estaba contemplado; quizás, quizás, quizás...

Quizás sea tan solo que se me esté yendo la pinza, pero os juro que noto alrededor de Daniel una dinámica que si no fuera porque Red Bull siempre se ha mostrado profundamente deportiva y ecuánime con sus pilotos, me llevaría a definirla como perversa a la vez que idiota. Es como si existiera un ningunéo táctico sobre aussie junior, que sin pretenderlo —Dios me libre de pensar lo contrario— traslada inevitablemente la atención de los focos al tipo que va quinto en la general a 23 puntos de quien realmente parece merecer las luces y los aplausos en la actualidad aunque ayer, como en Mónaco, fallara en uno de sus puntos fuertes: la arrancada; el mismo individuo que se dejó 18 puntos y un podio en Albert Park, sencillamente porque su equipo metió la pata hasta el corvejón; el mismo chaval sonriente que dio a Milton Keynes la primera victoria de este año en Canadá, hace tan solo dos semanas.

Espero que ahora sí me sigáis porque voy a ir directo al grano. Ya sé que las conspiraciones surgen siempre de un montón de piezas que no encajan, acepto el riesgo, pero a tenor de las que ha puesto Red Bull sobre la mesa estas últimas horas, honestamente tengo que decir que o bien Daniel Ricciardo está llevándose por delante los planes de la austriaca para este año y por eso le falla tanto el embrague, o simplemente es el hombre invisible y no nos habíamos dado cuenta.

Os leo.