Zapatero is faster than you!

Corren tiempos complicadillos en los que por evitar quebrar a los que originaron la crisis de los demonios, estamos quebrando hasta lo que no está escrito, y ahora vienen los de la inteligentzia y nos dicen que a lo mejor nos tendremos que jubilar a los 75 porque lo de trabajar para disfrutar cuando viejos se ha terminado.

Demasiado a largo lo fían estos hijos de la gran chingada y demasiado están perseverando para que veamos blanco lo que es negro. No me lo habéis pedido pero ahí os va un consejo: velad por vuestras espaldas porque en la actualidad nadie está seguro y como nos descuidemos, tendremos que poner además la vaselina para que nos coloquen mirando a Murcia y con el culo en pompa.

No es cuestión de colores, entendámonos, ni de derechas o izquierdas, ni de arribas o abajos, sino de comprender que el pueblo llano va perdiendo por goleada y le toca empezar a pensar en cambiar de esquema sobre el campo y de comportamiento también, si pretende dejar algo a sus nietos. Llevo 13 horas de trabajo encima y a pesar de haber abusado de mi lado derecho del cerebro he sentido que ha llegado la hora de reanimar el izquierdo, así que a las 20:15 de un día cualquiera en el que por casualidad mi sobrino pequeño, Peter Sherman Tellaetxe, cumple 10 años en Alabama en lo que a estas horas suponen sus primeros pasos hacia la Casa Blanca, quién sabe si para hacerme el tío raruno del primer presidente creativo de los USA, me he puesto a escribir.

Soñad, malditos, soñad. Nos están comiendo la tostada y hasta J-Car, que lleva participando en este blog desde que cumplimos juntos año y medio, se siente cauto y contesta a entrada pasada aunque sabe que le leo, que siempre le leo. Pero ha llegado el momento de que rompamos la baraja, de que levantemos la cabeza y digamos aquello de que estamos aquí precisamente para soñar con que llegaremos a los 65 y podremos ser infinitamente felices porque nos lo hemos currado y porque nuestro mayores se lo curraron a su vez.

La Fórmula 1, ese espejo feo del capitalismo que tanto me atrae y tanto rechazo me provoca, nos ofrecía el domingo pasado una perla negra en cuyo reflejo cabe mirarse para entender un poco el mundo. Mi Felipe, el gañán a quien tanta devoción profeso, recibió la orden de dejar pasar a Bottas porque el finlandés venía más rápido y el paulista se hizo el orejas, para qué os voy a contar, originando que su escudería sumara un par de puntos menos de los que podría haber conseguido.

El brasileño, hoy, ha venido a decirnos poco más o menos, que su equipo le ha pedido perdón por someterle a la ofensa de recordarle que no trabaja solo sino que lo hace para un grupo de personas que buscan alcanzar el mismo horizonte, pero en el fondo, todos sabemos que es mentira. Tan patraña como lo de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, o como que para evitar quebrar el tinglado de los hijos de puta que la liaron parda en 2007 haya sido necesario descuartizar desde el statu quo logrado por nuestros progenitores, hasta las perspectivas de futuro y esperanzas de nuestros hijos.

No estoy por la labor de aceptar que Zapatero tenga la culpa de todo y me digan por la radio aquello de Zapatero is faster than you!, o que el leonés sea el responsable de una crisis que se ha llevado por delante a media Europa porque la Merkel se había liado con los ultraliberales para mantenerse en el chiringuito. No. Por favor, a un lado los idiotas que justifican que Massa hiciera el imbécil en Sepang y al otro, los que creemos en que aún hay posibilidades para que exista un mundo sin tanta anomalía justificable; bien separados, no vaya a a ser que nos contaminemos.

La Fórmula 1 puede ser un espectáculo en apariencia bastante liviano pero en el fondo resulta como la vida misma. Massa somos todos nosotros corriendo por libre, como un pollo sin cabeza, y Jenson, saldrá siempre beneficiado de nuestra gallardía y tradicional miopía española porque Valtteri será neutralizado y aquí como allá, siempre habrá lugar para que las individualidades se impongan sobre la realidad forjada en el hombro con hombro.

Europeas en el horizonte. Zapatero como telón de fondo y mi Felipe desoyendo su radio... ¡Quiero jubilarme a los 65, cojones. Creo que me lo he ganado!