Tiempos muertos

Como todos los años por estas fechas… Sí, ya estamos de nuevo recordando a nuestros héroes muertos y os confieso que empiezo a estar hasta las mismas napias porque hace años estaba incluso bien volver la vista atrás, hacia unos días finales de abril y los que abrían mayo, completamente teñidos de sangre y de infaustos recuerdos, ya que éramos pocos los gatos que maullábamos a la luna en las noches cerradas, apuntando nuestros ojos a un mundo incierto poblado de extensiones, nubes y oscuridad.

Recuerdo que hace bastante se me olvidó mencionar (es un decir) a Gilles en el día del cumpleaños del canadiense, y un feroz guardián de la llama me llamó la atención por tamaña ofensa…

Lo cierto es que con Gilles me ha pasado de todo. Una vez le llamé «hiena de las buenas» porque los hiénidos me hacen tilín desde jovenzuelo y el interfecto de antes, bramó a los cielos clamando venganza sobre mí y solicitando a los compatriotas quebequeses del piloto de Ferrari que me molieran a palos.

Reconozco que soy pelín iconoclasta y otro pelín toca aquellos. El otro día, por ejemplo, por mencionar que ni falta que me hace ser imparcial en según qué cosas para sentirme feliz conmigo mismo, se montó la de Dios es Cristo con terremoto y todo. Por suerte el seísmo me ha pillado en roca porque los buenos iconoclastas jamás nos tomamos en serio.

En fin, a lo que iba. Que me parece bien que en días como estos recordemos el boinazo de Rubens y las muertes de Roland y Ayrton en el mismo fin de semana, pero como en los viajes a la Meca o al Santo Sepulcro, o incluso a la tumba de Santiago el Mayor en año jacobeo, con una o dos veces que cada uno lo haga en la vida, debería bastar.

No estoy en contra de las reiteraciones por muy cansinas que sean, entendedme, salvo que sirvan para rellenar unos huecos realmente muertos en los que por no saber qué decir, se recurre a hacer panegíricos sobre un tiempo que no habrá de volver y sobre unos hombres que se dejaron la vida amando todo esto que desperdiciamos ahora mismo recordándolos en fechas tan señaladas, para que luego venga alguien y nos recrimine por pensar que en Fórmula 1 hubo etapas mejores.

No me distraigo. El próximo día ocho seguramente me olvidaré de citar a Gilles, o igual no, quién sabe, pero os aseguro que seguiré pensando que nuestro deporte es lo suficientemente poliédrico como para que sigamos trazando puentes con su historia sin tener que pasar por el cementerio.

La imagen de entrada, por ejemplo. No atended tanto al Oracle del primer plano como al Fly Emirates neozelandés, el que lleva las enseñas de Camper, Omega y Nespresso sobre el casco visible en la foto. Mirad atentamente a esos nervios que dibujan un ala invertida sobre la que no hay absolutamente nada salvo un espacio infinitamente vacío que genera una sustentación (liftforce) de la que hablamos aquí mismo va para tres años. Imposible para los expertos pero a todas luces presente, mientras la cuerda curvada del intradós produce ground effect como los ekranoplanos y la nave vuela sobre el agua, literalmente, aunque sigamos llamándola yate de regatas…

En serio, hay muchas más cosas de las que hablar además de nuestros queridos y añorados muertos. En tiempos en que la aerodinámica se había erradicado [teóricamente] con el nuevo reglamento, los teóricos de la aerodinámica han dictado las nuevas reglas y todavía existen demasiadas cosas que explicar como para perder el tiempo visitando tumbas.

Os leo.

[Publicado en Diariomotor]