Empiezas por alabar el uso del DRS ya que favorece los
adelantamientos, o el F-Duct, o el Doble difusor o cualquier invento del
demonio. Justificas todo mirando al pasado, afirmando que hace décadas
el mundo era casi igual al que tenemos, incluso con una malvada bruja
que se apellidaba por entonces Balestre. Miras con desdén el asunto
Pirelli, que cambiando a mitad de temporada sus propuestas de
pretemporada en 2010, 2011 y 2012, resultaba igualita tal que a GoodYear
a mediados de los setenta del siglo pasado, cuando mejoraba sus
neumáticos durante la sesión para ofrecérselos más tarde al mejor
postor, y tienes la mecha prendida para que la bomba estalle en el
momento más impensable.
De qué viene ahora quejarse de que hay gente que piensa que hubo una
Fórmula 1 mejor cuando os habéis hartado de comparar a Vettel con Senna o
con Clark, de buscar similitides imposibles en el pasado para
justificar un presente que demasiadas veces ha resultado indigesto de
cojones.
Comienzas por tragar todo lo que te
echan, por admitir que todos los tetracampeonatos son iguales, por
asumir como una losa sobre la espalda que esta F1 que vivimos es
sumamente compleja y no hay por dónde cogerla, que siempre se ha pagado
por un asiento, que siempre hubo manos negras, que siempre ha habido sus
más y su menos, y se te acaba olvidando que a la realidad hay que
mirarla a la cara porque como te descuides, acabarás zurdeando a Joan Villadelprat para tender una alfombra roja a Jo Rodríguez, cuando ambos escriben desde la misma cara de la moneda.
Claro que hubo una Fórmula mejor, ¡nos ha jodido! Para justificar
esta que tenemos solemos poner la vista en ella, apuntar a sus héroes y
señalar sus gestas. Forma parte del telón de fondo de nuestra actividad
deportiva y la usa como decorado desde Bernie a la prensa especializada,
pasando obviamente por la FIA. Es el espejo complaciente donde nos
miramos para asumir que nunca hemos tenido agallas para llamar a las
cosas por su nombre, que somos unos calzonazos consintiendo que los
récords caigan como moscas, que los Grand Chelem cada vez valgan menos, como los adelantamientos y los títulos…
Y hay algo peor, pues los que ahora se quejan de que haya quien
piense que hubo una Fórmula 1 mejor, forman parte del estado mayor de
las responsabilidades por ejercer de huevones de corrala, por transigir,
por bajar el fusil cuando hacían falta un par de disparos al aire, por
no llamar a las cosas por su nombre, por enarbolar mitos intocables y
por rendirse a sus puñeteros pies.
Esto es la guerra, por si no os habíais dado cuenta. Y hay enemigos y
fuego amigo, y trincheras, pero a diferencia de la Fórmula 1 mejor de los cogieron, en general no hay periodismo del bueno, de ese que diga a los british que se metan sus conjeturas de pata negras
por donde les quepa, capaz de contactar con auténticos profesionales en
aerodinámica o termodinámica, o generar contenidos y alternativas más
allá de meterse con Ferrari, y por supuesto, de montar la de Dios es
Cristo con tal de defender a los nuestros de esa F1 que venía en
el paquete de serie y que dio un tiro en la nuca a Hispania/HRT, rompió
las piernas de Jaime, o llamaba a todo un bicampeón del mundo hidalgo español en 2008.
Marc, Pedro, Jaime, María, Fernando y ahora Dani, son los nombres de
esa Fórmula 1 que deberíamos estar cuidando en vez de meternos en
batallitas estériles. Soy consciente de que siempre se podrá argumentar
que faltan patrocinadores, pero repito, lo que faltan son huevos para
admitir que hubo tiempos mejores y que siendo críticos sin perder por
ello el criterio, podremos hacer de estos que vivimos algo mucho mejor
que lo que tenemos, al menos tanto como para que una gran empresa decida
apostar por uno de los nuestros y lo lleve donde ha llevado Red
Bull a Sebastian Vettel, por ejemplo, a emular a todo un Alain Prost sin
que a nadie se sonroje.
Hubo tiempos mejores, por supuesto, aunque de tanto usarlos como excusa se nos ha olvidado en qué consistían y que la película Rush solo es eso, una cinta bonita, como el Gran Premio de Bahrein, por ejemplo.
«Por el bulevar de los sueños rotos / pasan de largo los terremotos / y hay un tequila por cada duda…»
Te sigo, pero con otro acorde:
ResponderEliminar"Y nos dieron las dos y las tres, las cuatro y las cinco y las seis..."
Y todo sigue igual, de hecho incluso pensaba que el comentario que hice el otro día sobre el error de considerar el motor como el centro de atención iba a provocar algo de polémica.
Estamos tan metidos en el papel de subditos de Bernie que ni con una de esas saltamos.
Un abrazo
http://elpais.com/elpais/2014/04/22/vinetas/1398191802_451753.html
ResponderEliminar¡Pues sí! ¡Como que no es lo mismo!
Pero ¿a quien se le ocurriría escribir un Quijote hoy día? Simplemente vivimos en otro mundo y tratar de ser tan bueno como otros lo fueron en el pasado imitándolos es claro signo de haber perdido el norte. Con solo caer en la cuenta que aquellos fueron originales...
Se pueden aprender los procesos de la creatividad, y de sus errores, pero tratar de imitarles no pasa de ser una burda maniobra publicitaria y tratar de vender lo que no se puede ser, provocando con ello irremisiblemente la frustración de quien lo compre.
¡Saludos al anfitrión y a los invitados!