Echo de menos aquellas magníficas entradas que dedicaba Charly Barazal al ajedrez en Mis pasiones. Ese arte ya milenario siempre se me ha dado mal, como he confesado innumerables veces, pero albergo la esperanza de hacer con él en cuanto disponga de algo de tiempo para invertir en tamaña empresa.
Es tarde. El día ha ido bien pero podría haber ido mejor, ya me entendéis. La noche sobre Gorliz permanece tibia y las pocas nubes que caminan de puntillas sobre la noche aventuran recodos impensables incluso para Bagheera, el gato negro al que pertenezco y duerme a mis pies velando mi sueño. Las piezas descansan y han abandonado sus escudos y lanzas...
Son tiempos turbios. Los que pedían la dimisión de Stefano no aciertan a ver la luz del horizonte y huyen despavoridos como ñúes en la sabana ante la presencia del relámpago leopardo, dando la temporada por perdida y maldiciendo el día en que Fernando arribó en Ferrari, malencarando una historia de pocos años que nos ha grangeado tan solo tres subcampeonatos, como si conseguirlos estuviera al alcance de cualquiera.
Han olvidado que el Nano pasó por las manos de los que ahora le reclaman, y sucumbió entre malnacidos que le rompieron las piernas. Han dejado atrás el purgatorio que supuso la segunda etapa del asturiano en Renault, y los inicios en la rossa, lugar donde decían todos los que ahora juran que no dijeron, que hallaríamos el maná que nos ayudaría a olvidar el desierto y su crudeza. Han pasado tan solo cuatro temporadas, duras, difíciles, inasumibles a veces, pero queda un peón rojo sobre el tablero, en pie, rodeado de enemigos, que no merece ver a su alrededor tanta espalda que se aleja, porque al igual que ocurriera en 2008 y 2009, él sabe que seguirá luchando sea cual sea el color de su futuro.
Es martes y sé que el domingo celebraremos podio. Que Mattiacci se estrenará con mejores vibraciones que las que deja atrás Domenicali, que toda esta historia de las dimisiones y las salutaciones no es sino un punto y seguido en el que caben sabores agridulces y auténticos poemas a pie de pista para el paladar, lo que no impide que mire con cierta lástima a quienes a día de hoy ya han renunciado a todo por no arriesgarse a sufrir tan solo un poco más...
Seguiré aquí, porque al final siempre hay premio y porque en el amor y en la guerra todo vale, incluso la fe ciega.
Os leo.
3 subcampeonatos para el Nano en las últimas cuatro temporadas...2 para Ferrari.Y "de aquella manera"...Un saludo.
ResponderEliminarVaya, Jose, hoy tiras a dar.
ResponderEliminarLa verdad es que me puedo identificar con esos ñúes de los que hablas. Defendí que Alonso se fuera a Ferrari y siento haberme equivocado. La F1 va por ciclos o por yo qué sé, y parece que Ferrari es historia y ahora toca que otros recojan las mieles del triunfo.
Sinceramente no entiendo lo que en ese equipo ocurre: tienen el dinero, el material, los ingenieros y los pilotos. Y sin embargo llevan año tras año errando muy claramente el tiro.
Lo del nuevo jefe parece de chiste: es un jefe de ventas, por lo visto muy bueno, pero que de competición ni flores. Hoy ha salido Montezemolo ha defenderlo porque nadie entiende nada. Veremos qué hace, tal vez él no está viciado por el frenesí de la lucha competitiva y vea los árboles a través del bosque; o quizá no se entere de la misa ni la media y provoque un caos aún más profundo del actual, que me temo sea lo más probable. En cualquier caso, el problema de Ferrari no está en la parte deportiva, sino en la técnica: es el coche y el equipo que lo diseña el que no rinde.
Sea por h o por b la Scuderia ha perdido su poder y ya no es ni sombra de lo que fue.
Un abrazo, Jose, te leo.
si sabe cortar cabezas es suficiente, su trabajo será ese
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