Cante jondo

Con todos mis respetos para esta sentida modalidad musical, no puedo por menos que rasgar el aire con un profundo y alargado ¡aaayyyyy! y fijar mis ojos y entendederas, en ese pedazo cantazo que ha dado Felipe Massa al quejarse públicamente en Abu Dhabi de que su escudería le ha chafado su tercer y último stint, cuando él solito se ha encargado de joder la espectativas del hoy por hoy equipo que le paga la nómina, poniendo un ladrillo más en esa historia de mezquindades, silencios, acusaciones veladas, palmaditas en la espalda y flores al enemigo que no hay dios que entienda, pero que al paso que vamos terminará con La Scuderia mordiendo el polvo frente a la de Brackley y la de Enstone, tras haber perdido los dientes por cuarta vez consecutiva ante la de Milton Keynes.

Dicen por ahí que si una historia puede terminar mal con seguridad lo hará peor, y lo cierto es que la deriva que está tomando este último acto de la larga convivencia entre el paulista y Ferrari lleva muy feo camino, tanto como para animarse a apostar a que como alguien, arriba, no haya cogido el teléfono ya para recordar al gañán lo que le recordó a Fernando en fecha tal como su cumpleaños, Austin e Interlagos se pueden convertir en dos sendas películas de miedo porque mi Felipe sí que está crecidito, no como la de Il Cavallino Rampante, que sigue descansando su suerte en la fortaleza de la espalda de un tipo que a punto ha estado hoy de rompérsela.

Y es que podría entenderse que Massa estuviera cabreado si desde que anunció aquello de que corría para sí mismo, hubiera dado muestras de que pretendía ayudar la labor en el paddock de su representante, el chiquillo de Todt, con hechos y con hazañas meritorias y no con amagos verbales. Porque desde Singapur, que se dice pronto, momento en que Maranello anunciaba que tiraba la toalla, el brasileño, que ha tenido tiempo suficiente como para buscarse un hueco en la parrilla a la manera que lo hacen los pilotos, ha preferido seguir hundiéndose él solito, restando al compromiso común en vez de arrimar el hombro para alcanzar los objetivos definidos por el equipo, puteando al Nano en un ejercicio de egoísmo centrípeto y autodestructivo que lejos de servirle de algo, a él me refiero, está convirtiendo a mi Felipe en un perfecto cretino que camina en solitario hacia el ocaso.

No sé todavía si habrá algo de cierto en que el hombre que casi logró el campeonato de 2008 terminará sus días en Williams, lo que sí sé es que el año que viene, si sigue disputando carreras, será más feliz que ahora porque por fin sus enemigos militarán en una escudería diferente a la que le paga el sueldo, lo que a buen seguro le servirá de puntual aliciente a la hora de cantar jondo, muy jondo, sentidamente jondo, como ha hecho hoy en Abu Dhabi, pero esta vez con razón porque lo de hoy, sencillamente no tiene un pase.

Os leo.