Imparable

No seré yo quien amargue la fiesta de los vettelistas. Ahí tenemos a un tricampeón del mundo que va camino de amarrar su cuarto campeonato consecutivo. Hoy no ha podido ser, pero admitámoslo, ha sido así por el canto de un duro.

La deriva fanfarrona y consentida de Felipe Massa a punto ha estado de hacer añicos las pocas posibilidades que tenía Fernando a la hora de alargar la agonía de este campeonato, tras haber calificado este con el mismísimo traste ayer sábado. En este sentido, se agradece que a estas alturas de la temporada se comience a hablar de endurecer las suspensiones delanteras y de las gomas anteriores más que de las traseras, y es que sí, aquello que comentaba el otro día se corrige entre otras maneras, endureciendo el comportamiento de la parte frontal del vehículo.

Al hilo, me gustaría destacar que lloronso, como llamaban hace nada al Nano los ñúes incombustibles, ha resuelto la papeleta que le ha servido su entrañable compañero de escuadra en Suzuka, como han solucionado situaciones similares los que tienen su temple y gozan de una férrea seguridad en sí mismos así conduzcan un tractor amarillo, sobre el asfalto, en contraste evidente con la actitud del imparable de esta entrada. Un tipo que no me acuerdo dónde pedía por radio a su equipo que avisaran a Charlie (Whiting) porque Kimi le estaba molestando, y que hoy ha sentenciado a un tipo como Mark, solicitando que lo apartaran de su camino (Tell him to get out of the way!). 

Nobleza obliga. La austriaca ha contestado como hacen los campeonísimos, no como hiciera Brawn en China con sus pilotos, con autoridad meridiana, sino enfangando una actuación meritoria del aussie, calzándo a Webber la peor estrategia de todas al amparo de una excusa que han desmontado los chicos de Sky.

Apartado el sacrificado, resuelto el problema que sufren todos los rivales que intentan meterse en la estela sucia de un Red Bull, Vettel no ha tenido problemas para acercarse a Grosjean y rematarlo, figuradamente, se entiende. El resto ha sido más de lo mismo aunque por fortuna hoy hemos podido disfrutar de un piloto que no comete errores, cometiéndolos, sometido a la prisa, nervioso e incómodo hasta que ha comenzado a ir tranquilo, en cabeza, como siempre.

En fin, al imparable le llamarán esta semana voraz, depredador y cientos de apelativos similares. Incluso algún loco lo comparará con Clark o con Senna, olvidando que aquellos titanes corrían más solos que la una, macerando las órdenes recibidas en el briefing vuelta a vuelta, luchando de tú a tú con su máquina y con las curvas, tomando decisiones auténticas sin recurrir al confesionario que supone en la actualidad la radio. Acertando, fallando y resolviendo en solitario, sin ayuda de nadie, hasta batir al contrario y alzarse con la victoria o quedarse en el camino.

No me gusta lo que veo pero admito que haya a quien le encandile el tema de caer rendido a los pies de un superdotado como Sebastian, un piloto que tiene el cuajo de sorprenderse cuando a algunos no nos extraña lo que sucede a su alrededor. Vettel es un imparable, lo asumo, pero dejadme la historia de este deporte en paz, porque incluso Michael Schumacher en sus peores momentos, supo cristalizar lo que supone ser piloto y defender los puntos sobre la pista, así tuviera que sacar a un rival de mala manera o recurriendo a cualquier otro subterfugio. Y es que él, el gran caimán, era duro pero tenía su puntito, y como los auténticos depredadores, comprendía también cuándo tocaba ser generoso, sobre todo con quien le guardaba las espaldas y le ayudaba a conseguir los campeonatos.

No me extiendo. Quedan cuatro carreras y casi tenemos tetracampeón. Es cuestión de un par de semanas. Seamos felices, pero sobre todo, disfrutadlo, que yo prefiero irme a la cama sin cenar.

Os leo.