domingo, 2 de junio de 2013

2012 bis


En unos días nos plantamos en el circuito Gilles Villeneuve de Canadá para representar el séptimo acto de esta temporada cargadita de anomalías kafkianas. Ya lo he comentado alguna otra vez, ésta sesión está viniendo a resultar un tanto excesiva, pero por un lado, cabe decir que no quedará en la historia de nuestro deporte como la única empañada por el ir y venir a los despachos y el consiguiente y abundante ruido de fondo originado, y por otro, que tampoco deberíamos llevarnos las manos a la cabeza porque está respondiendo milimétricamente a una pésima planificación que no ha contemplado en ningún momento, que la importancia de los cambios que sufrirá El Circo el año que viene y los problemas económicos derivados de la crisis, iban a pasar factura como lo están haciendo.

En este orden de cosas, la elongación por parte de las escuderías del planteamiento técnico que sirvió durante 2012, nos está permitiendo ver prácticamente los mismos vehículos que vimos el año pasado, con la particularidad de que este escenario replicante ha penalizado particularmente a los equipos que habían apostado por jugársela un poco, que han visto así cómo sus expectativas se han convertido en agua de borrajas porque como se dice vulgarmente: no estaba el horno para muchos bollos.

McLaren por un lado y Williams por otro, aunque desde diferentes ópticas, nos están ayudando a posar los pies en el suelo de una sesión que no está resultando lo que se esperaba de ella, pues ni más ni menos, sigue pretendiendo ser 2012 a toda costa, aunque se ha encontrado con el escollo de que el diseño de los neumáticos no había adoptado la misma perspectiva.

Sobre el papel, la apuesta de Pirelli por ablandar la estructura de sus ruedas había sido bastante inteligente pues no hay mejor manera de complicar las cosas a los departamentos de ingeniería de las escuderías que atacando su flanco débil: la aerodinámica. Con unas suspensiones más dulces (ya sabéis lo que pienso del calzado de los monoplazas, así que os lo ahorro), la pelota del rendimiento neto del vehículo pasaba inevitablemente por su afinado aerodinámico, pero ¿qué hacer cuando éste persiste en no ser modificado?

Aquí entiendo que la FIA no ha sabido o querido zanjar el asunto a tiempo. Bien porque la economía manda y los equipos (casi todos) no están pasando por muy buenos momentos que digamos, el máximo organismo no ha tenido redaños para defender la apuesta que él mismo había propuesto para 2013, a resultas de lo cual ha puesto a Pirelli a los pies de los caballos. Bien porque como de costumbre la Federación no sabe ni por dónde le da el aire en eso de ofrecer espectáculo sin tener interferir en la competición, su tradicional incapacidad para gestionar los problemas ha derivado en una excesiva intervención de agentes extraños, lo que a la postre ha incidido en que la milanesa se esté jugando en estos momentos su buen nombre, caudal que mientras escribo estas líneas incluso se podría dar por totalmente dilapidado. O por ambas circunstancias a la vez, que también pudiera ser, pero el caso es que no hay quien entienda nada aunque en el fondo todo esté más claro que el agua.

Sospecho que la razón se impondrá más pronto que tarde. Una vez que Pirelli ha entendido de una puñetera vez lo que se espera de ella, soy de la opinión de que las aguas volverán a su cauce. Es cierto que habremos perdido un bonito puñado de carreras en las que todo podría haber sido muy diferente, pero como diría aquél: ¡más se perdió en Cuba! 

Sea como fuere, mientras esperamos a que lleguen el Gran Premio de Gran Bretaña y sus novedades a finales de mes, habrá que conformarse con disfrutar de Canadá en estado puro, apostando eso sí, a que desde este próximo fin de semana a dentro de veinte días, las escuderías y la FIA comenzarán a mostrarse más satisfechas con el trabajo de la milanesa, empresa que entre pitos y flautas, se la habrá envainado de mala manera, como se dice vulgarmente, y habrá dejado de nadar contracorriente y hacer caso a Bernie y sus moñerías, esta vez sí, por el bien del espectáculo, of course!


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