El uso de la psicología en la Fórmula 1 es desde siempre, algo que me apasiona. Todos mienten en el paddock, todos guardan sus cartas y enseñan la mano que conviene en cada momento mientras ocultan la otra…
Ferrari está haciéndose notar en esto del affaire Pirelli,
precisamente por el celo que está poniendo en situarse en un segundo
plano desde que comenzara el acoso a la milanesa antes de Bahrein. En
apariencia el asunto no va con ella y si se la menciona, son otros los
que lo hacen, como por ejemplo Jaime Alguersuari o Éric Boullier,
quienes situaban hace un par de días a la de Maranello, precisamente en
el lado de los chicos buenos que han hecho los deberes en invierno y
pretemporada.
En Fórmula 1 no suele haber casualidades,
al menos no muchas. Si algo falla porque no funciona, trasciende
rápidamente, y esto ocurre lo mismo dentro de los garajes o en los
coches, que en el enrarecido ambiente que rodea lo que comunmente
denominamos pasillos, donde los errores del vecino se airean
quizás para ocultar los propios, en todo caso, utilizándolos como arma
arrojadiza por ver si con ellos se hace mella en el rival. Si por el
contrario algo está resultando efectivo y supone una ventaja, se oculta
bajo siete llaves y se extiende un espeso manto de silencio sobre el
asunto…
La búsqueda de la excelencia es lo que tiene. Aparentas fortaleza y
tratas de defenderla, o te expones a que te hagan un siete en el
decorado como muestres un poco de tibieza o acaso vulnerabilidad ante
tal o cual cosa. Y esto precisamente es lo que le ha ocurrido a Red
Bull, o eso pienso. Supuestamente amparada por las quejas de Mercedes
AMG, la de Milton Keynes dio un paso al frente y se alineó,
indebidamente a mi modo de ver, con una escudería que siendo sinceros no
tenía demasiado que perder ni que ganar. La de Brackley ha reiterado
tantas veces que éste es un año de tránsito, que su oposición a Pirelli
resultaba convincente, pero para la austriaca, el movimiento encerraba
demasiado peligro porque sonaba a obtener ventaja, y para colmo ha sido gestionado con el culo, si se me permite la expresión.
No hay más que ver cómo han sucedido los hechos, observar cómo de
grandilocuente y agresivo se mostró Helmut Marko en Melbourne, Sepang y
Shanghai, y cómo a estas alturas su figura de ogro se ha diluido quién
sabe si para evitar mayores destrozos. El testigo lo recogía Dietrich
Mateschitz elevando con su presencia el tono de la contienda, pero cabe
preguntarse ahora si en vez de por lo que sospechábamos todos, no habrá
sido en una última intentona por apagar el fuego, ya que Marko está
posicionado ante la prensa y la afición por encima de Horner y a este
último siempre lo toca bailar con la más fea, como así ha sucedido, y al
británico había que dejarle cierto margen de maniobra para que siga
jugando a que dirige Red Bull Racing.
Entre tanto, Ross Brawn desaparecía en combate en zapatillas. Las
quejas de mercedes AMG se amortiguaban y han dejado paso a las de las víctimas,
quienes ya no se sienten maltratadas por Pirelli sino ofendidas o
extrañadas por el cambio de rumbo de la milanesa mientras señalan sin señalar a Red Bull, entre otras cosas, porque la de Milton Keynes se ha significado sola.
Y en esto anda Ferrari. Callada cuando el silencio vale su peso en
oro, dejando con su aparente desinterés que otros hagan el trabajo sucio
de ablandar los riñones de su máximo oponente a la consecución del
título. Gestionar la presión, se llama, aunque no deja de ser una
partida de póquer en la que lo más importante de todo es mantener la
cabeza fría.
Así es Jose, comparto tu argumento y además doy un paso más, creo que el cambio de gomas favorecerá a Ferrari.
ResponderEliminarSi no lo vieran así, se hubieran posicionado a través de un intermediario o de cierta prensa.
Saludos