Lágrimas negras

Acabo de enterarme de que ha muerto Dionisio Ramón Emilio Valdés Amaro, el padre de Chucho, el gran Bebo. Total, que iba a hablar esta tarde del llanto en la F1 y he pensado que en vez de decorar la entrada con una de esas imágenes en las que sale Helmut Marko interpretándose a sí mismo, tal vez lo mejor sería poner un par de curvas, o tres, o cuatro bendiciones bien torneadas, así, en plan homenaje, sin mayores pretensiones.

Estoy escuchando a Bebo y al Cigala arrastando juntos el Lágrimas negras, porque quiero, qué digo, pretendo, hablar de ese océano de llantinas en que se convierte nuestro deporte cuando las cosas no van como quieren esos participantes que se dice compiten como deportistas, pero que a la hora de la verdad, luchan como pirañas en un estanque por una pata de pollo, haciendo bueno el pensamiento popular tantas y tantas veces verbalizado, que dice que quien no llora no mama, aserto explotado y enarbolado hasta el éxtasis por aquellos otros que clamando por el libre mercado y la competencia sana, lo que pretenden en el fondo, es que el cotarro quede perfectamente delimitado y sus lindes no se abran ni siquiera a los colegas.

Y es que manda narices que con una carrera a cuestas y recién abierta la puerta de la segunda prueba de la temporada, ya estén clamando algunos contra esa Pirelli a la que ellos precisamente llamaron, porque la japonesa Bridgestone no cumplía con los requisitos que debe respetar escrupulosamente una empresa que además de aportar compuestos, acepte sumarse a la apuesta general por abaratar costes en túneles de vientos y por supuesto, en otras áreas y demás chanfainas.

Visto de reojo, el asunto de tanta lágrima, según algún quisquilloso avatar del pensar más de lo debido, podría desembocar en que a la parrilla no le gusta este tipo de espectáculo que proponen la FIA y la milanesa por mandato de la primera, y prefieren a cambio, otro más comedido donde reinar resulte sencillo, porque a decir verdad, las Pirelli y su forma de entender el espectáculo, llevan jodiendo dos años y un poco a los mismos de abajo, a los que manejan pocos recursos y necesitarían por tanto dejarse de entender neumáticos para concentrarse en el desarrollo de sus vehículos.

Tiempo en el cual, Pirelli también ha jodido a los de en medio, a los que necesitando material de primer orden para enfrentarse en lucha fratricida a unos rivales que lo son por derecho propio, han visto comprometida la viabilidad de sus batallas por tener que destinar esfuerzos a una guerra que ni les iba ni les venía. Y a los de arriba, en plan democrático, mientras la menos jodida de todas ganaba dos campeonatos consecutivos (el anterior lo obtuvo, es cierto, con unas Bridgestone que habrían permitido triunfar a la austriaca en Le Mans, sin necesidad de pasar por boxes).

Dos años y un poco, se dice pronto, invertidos en obligar a Niki Lauda a abrir la boca en aras de clamar al cielo, después, obviamente, de que haya sido Gerhard Berger quien haya salido el primero de la trinchera de silencio. Dos años y un poco de suplicio, de cansancio, de tragaderas anegadas, de hastío, en una palabra; pero también dos años y un poco de no haber tenido huevos para haber roto la baraja…

Pirelli hacía falta a finales de 2009 porque Bridgestone estaba hasta las narices de tanto malcriado como habita y pernocta en el paddock. Tal vez Pirelli sea la incógnita y su propia respuesta, quién sabe. En todo caso, es lo que hay, y por mucha lágrima negra que haya suelta, lo que toca es joderse un año más y arrear hasta que se cierre el calendario, porque andar llorando a estas alturas de la película, sencillamente no es de recibo ni entre hombres de pelo en pecho ni entre tahúres, y si acaso, ni entre gallinas, así, en plan homenaje, sin mayores pretensiones.

Os leo.

[Publicado en Diariomotor]