La candidez se paga

La semana empieza estupendamente en el País Vasco y mejor en Gorliz. Aunque el tiempo meteorológico no se prevé que acompañe por aquello de que en Semana Santa siempre llueve, ya sabes, estamos en primavera y es lo que toca, por esos quilombos que montan los que deciden por nosotros cuándo se trabaja y cuándo no, el miércoles a media tarde se cierra aquí el tinglado y no se vuelve a abrir hasta el martes que viene por la mañana.

En lo mío y en lo nuestro, la cosa pinta bien. Dispondré de más tranquilidad, y con la cantidad de flecos sueltos que nos ha dejado el Gran Premio de Malasia, espero poder escribir de manera abundante para que nos entretengamos de aquella manera hasta que aparezca en el horizonte el G.P. de China, cita deportiva de la que nos separan, lamentablemente, nada menos que 18 días. 

De momento, me he quitado de encima algunos asuntillos que tenía pendientes, he tomado mis dos cafés matutinos y con las ideas frescas, quiero comenzar la jornada formulera matizando uno de los pespuntes más débiles de los muchos que han quedado mal hilvanados a cuenta del lío habido ayer entre Sebastian y Mark.

Vamos a ver cómo lo digo... Webber y Vettel tienen contrato con el mismo equipo, trabajan para los mismos jefes y lo hacen juntos, y seguirán haciéndolo, aunque no vuelvan a mirarse a la cara de aquí a que termine la temporada. Bajo este prisma, lo de Sepang, lejos de favorecer a Ferrari, o a Mercedes o a Lotus, bajo mi humilde punto de vista, les perjudica porque si no me fallan las cuentas, a la austriaca no le quedan más bemoles que limpiar las asperezas de su maquinaria y funcionar mejor que nunca, en aras, fundamentalmente, de que lo ocurrido no vuelva a suceder.

En este sentido, me temo que el aussie no va a disponer de una miserable oportunidad de volver a embrutecer o hacer perder los papeles al tricampeón del mundo sobre el asfalto, salvo que sea estrictamente necesario para Red Bull. El australiano es el número 2 de la escudería tanto en lo concerniente a su estatus, como a la parte visible del mismo: el dorsal que viste su RB9. Mark lo sabe perfectamente, así como también lo conoce Sebastian, y más allá de estos dos, en Milton Keynes lo sabe hasta el último mecánico e incluso el que pasa la escoba los martes.

Creer que el follón beneficia a alguien ajeno a la austriaca, pasa inevitablemente por aceptar tragar el anzuelo de que en su seno existe esa igualdad entre pilotos que pregonaba todavía ayer Herr Doktor Marko, mientras señalando a Mercedes AMG como ejemplo a no seguir, tendía una bonita cortina de humo sobre su pupilo del alma y lo acontecido en Kuala Lumpur.

De momento, lo que tenemos es a Red Bull liderando la tabla del Mundial de Constructores, y a sus dos pilotos en cabeza del Mundial de Pilotos, lo que nos pone en que si alguien ha salido beneficiado de todo esto, ésa es la de Milton Keynes, escudería que a buen seguro aprovechará lo conseguido para seguir estropeando la fiesta a todos sus rivales, siempre en la medida de sus posibilidades, obviamente, pero incluyendo a la de Maranello. 

De manera que a estas horas, sospecho que seguramente ya habrá resuelto cómo habrán de comportarse a partir de Shanghai sus dos pilotos, recordándoles tal vez, lo que han firmado y cuáles son sus atribuciones, derechos y responsabilidades. Yo lo haría, indudablemente. Lo que no haré jamás, será volver a ser tan cándido de caer en la red que tendieron a finales de 2010, cuando Mark Webber, a tan sólo 8 puntos de Fernando Alonso, sirvió de cebo para que Sebastian Vettel arrebatara al asturiano su tercera corona, llegando a Abu Dhabi en tercera posición y a quince puntos del de Ferrari, para salir de allí como el campeón más joven de la historia.

Os leo.