El mal menor o ir pa'ná es tontería

Chasco monumental lo de hoy en Melbourne y mi estudio, que uno se levanta tempranito para ver una carrera y no un montón de instantáneas en las que se reflejan la desazón que consume a unos tipos que queriendo correr, no lo hacen porque no les dejan.

Bien mirado, todo tiene su explicación y como explicable hay que entenderlo, aunque como escribiré más tarde, hay cosas que siendo explicables no son digeribles ni así las pasen por el pasapurés.

Yo entiendo que el agua y los modernos monoplazas no se lleven bien por mucho neumático mixto o extremo haya por medio. El aquaplaning, por ejemplo, no sólo afecta ahora a los neumáticos, sino también a la panza de los vehículos. Además, está lo de que no se ve un pimiento por la posición del piloto y el spray que levantan a su paso los que van delante. También, que aún se ve menos desde el habitáculo cuando a Bernie le da por celebrar Grandes Premios a las tantas de la tarde. Por supuesto, que dada la extrema delicadeza de los monoplazas, bajo condiciones de lluvia, los pilotos tienen muy poco que hacer para remontar el vuelo después de un toque fortuito con una protección, un rival, incluso con el compañero…

Todo esto lo comprendo. Es objetivo, tiene su razón de ser, es explicable y como tal debe ser asumido. Lo que no entiendo es por qué no se llena el calendario de circuitos en los que la meteorología adecuada esté asegurada, o el por qué de esa manía de cumplir con los times de las televisones europeas, jugando a la ruleta rusa con la climatología y los husos horarios de los lugares escogidos por Bernie allende el sabio perdió su sandalia.

Y no lo comprendo porque la lluvia ha sido un elemento consustancial a la F1 desde sus mismos orígenes, una circunstancia adversa en la que destacaban los buenos rebuenos, y aquellos que con agallas y coraje suplían las carencias de sus coches. No es cuestión de pormenorizar porque me como el espacio previsto para esta entrada, pero basta que nos pongamos a buscar un poco, para que encontremos en las hemerotecas multitud de hazañas de pilotos que labraron su nombre en la historia de nuestro deporte, precisamente sobre asfalto mojado.

Sin remontarnos a Senna o a Bellof en Mónaco 1984, aquí, a la vuelta de la esquina, tenemos a Nico Hulkenberg obteniendo la pole en Interlagos 2010, con más de un segundo sobre sus rivales y bajo un aguacero…

Voy más lejos. Imaginemos por un momento que Monza no está en la Lombardía italiana y se localiza, pongamos por caso, en las cercanías de Melbourne, y que la calificación para la carrera que se celebra sobre su pista, en vez de iniciarse a las 2 de la tarde, lo hace a las 5. Ya puestos, aceptemos que hoy no es 16 de marzo de 2013, sino 13 de septiembre de 2008… Pues bien, la decisión de posponer la Q2 y Q3 hasta el día siguiente (con previsión de seco) por problemas de visibilidad y por la abundancia de agua en la pista, casi con total seguridad habría impedido a Sebastian Vettel ganar su primer Gran Premio porque los McLaren y los Ferrari, que recordemos se estaban disputando el título, no habrían dejado del Toro Rosso del alemán, ni las migajas.

Desconozco cuántos Vettel había hoy sobre Albert Park además del tricampeón del mundo, pero un rookie, Bottas, había pasado el corte de la Q1, y más de un piloto de los que lo han hecho con él, podía habernos demostrado hoy mismo su auténtica categoría, a poco que Eclestone y su tropa desistieran de una vez por todas de hacernos comulgar con ruedas de molino con una F1 que sólo sirve para condiciones de seco, y en la que la lluvia, es un mal menor y una bonita excusa para entretener a los aficionados mientras se tragan toneladas de publicidad y chuminadas.

Os leo.

[Publicado en Diariomotor]