Hubo un tiempo no demasiado lejano, en el que quitabas las pegatinas a
un coche y tenías una obra de arte para enmarcar. Hoy no pasa, ni de
coña. Desvistes de publicidad un monoplaza de los actuales y tienes una
cosa en pelota picada que se parece a la del al lado con pasmosa
similitud.
Tal vez por esas servidumbres de la prisa con la que devoramos el día
a día, ni nos damos cuenta de lo que hemos dejado en el camino, pero
creedme o echad un vistazo a Internet si tenéis tiempo, porque os juro
por mi colección de cochecitos escala 1/43, que en un pasado imperfecto
que ya hemos olvidado, en F1 se competía incluso en belleza.
Tal era el mimo con el que se hacían las cosas para sonrojar al oponente, que uno no sabe si Juan Manuel Fangio, el chueco
de Balcarce, ha sido y seguirá siendo uno de los más grandes por haber
conseguido sus cinco títulos mundiales con cinco coches diferentes, o
por haberlos logrado sobre cinco Leonardos Da Vinci.
El Alfetta 159 era una potxolada innegable. Los Mercedes W196 y W196s streamliner suponían el summum del oficio de dibujar líeas rectas y curvas para definir un pura sangre. El Ferrari D50 (by
Lancia), era la releche de hermosura. Y qué decir del Maserati 250f,
cuya belleza he pillado por ahí, congelada, para decorar esta entrada…
Antes, mucho antes de anteayer, incluso en la época en la que Colin
vistió su Lotus 49 de cajetilla de tabaco, en todo caso antes de que
Bernie tomara los mandos de la cosa, los mundiales se ganaban con coches
rápidos y a la vez preciosos, o no pasabas a la posteridad, porque era
tal el afán de los diseñadores por labrar identidades sobre
cuatro ruedas, que un vehículo, si era feo, no te daba derecho a ganar
un campeonato por muy bueno que fueras como piloto o muy grande fuera la
máquina.
No sé, sería cuestión de verlo cuando tenga algo de tiempo, pero
sospecho que de mitad de los noventa del siglo pasado para acá hemos
declinado seguir buscando la belleza, de manera que ante tal cesión, los
siete campeonatos de Michael Schumacher parecen el mismo pero logrado
sobre un mismo coche con diferentes colores. Los dos de Fernando, otro
tanto pero con vitola azul. Kimi, más de lo mismo, tanto que habría dado
lo mismo que el suyo, el de 2007, hubiese supuesto el octavo del Kaiser
logrado con el F2003 dedicado a Gianni Agnelli. Lewis, así, habría
ganado el de 2008 con el MP4/13 que condujo Mika; y Jenson, el pobre, se
habría tenido que conformar con un coche en blanco, soso de narices,
estéticamente hablando. De 2010 para estos tiempos en los que cabe
cualquier cosa que lleve un logotipo encima, ya sabemos de sobra que nos
ha tocado en suerte disfrutar del azul de las latas de una bebida de
las llamadas energéticas —¿se puede caer más bajo?—.
Hemos perdido mucho, tanto que como decía al comienzo, hemos cambiado
belleza por eficiencia a sorbos pequeños y contenidos, sin darnos
cuenta, tal vez, de que la eficiencia es una y trina, y siguie siendo
dogma de fe aunque no haya Dios que la entienda, pero no tiene por qué
estar reñida con la limpieza de líneas, con la nobleza de formas, y con
todo lo que cabe bajo el paraguas de la estética bien entendida.
Los monoplazas actuales no son feos, tampoco es eso, pero tanto
favorecer el rendimiento con los pocos márgenes que deja la FIA, hemos
perdido en el camino uno de los emblemas de todo esto: hacer de una
partícula el todo, del contenido el continente, de lo bello el
exponente, y de la identidad indiscutible, el recuerdo que quedará
grabado en nuestra mente por los siglos de los siglos, sin que nos
veamos obligados a señalar a una aseguradora o a un banco para recordar a
nuestros ídolos deportivos como si debatiéramos sobre el sexo de los
ángeles.
De la vieja guardia me gustan casi todos, pero el ejemplo que pones es de una belleza arrebatadora.Guardo una muy buen recuerdo del McLaren MP4-22 de 2007, espectacular en las distancias cortas, y en mi opinión, el F1 más bonito de los últimos 25 años. Me ha encantado esta entrada. Saludos.
ResponderEliminarHola a todos,
ResponderEliminarPues siento discrepar contigo GRING, pero yo me abduje en esta religión, aunque llevaba un par de años leyendo sobre F1, con el Brabham BT52 de Piquet, incluido su n° 5 (no hace falta que diga que era el de Meteoro ¿verdad?) que ya en el 83 parecía un Tomcat con esos radiadores en flecha y esa decoración azul y blanca. ¡Madre mía que bonito! ... pero seguro que estoy de acuerdo con el ramillete que aquí vayamos sacando.
Un saludo a Jose (genio) y a todos,
ABB
ABB: En este asunto de gustos estéticos cada uno tenemos una opinión única y subjetivamente todas válidas. El BT52 tiene ya 30 años (fíjate que yo me iba sólo hasta 25 años atrás) . El BT46 es el más bonito de los Brabham para mi gusto.
ResponderEliminarUn saludo!!
GRING: Ya sabía yo que no me íba a costar aceptar otras propuestas. También tengo al "turbinilla" entre mi colección de 1:43. Chulo sí, muy chulo. Un saludo. ABB
ResponderEliminarHablando de reliquias, tan bellas como la Victoria de Samotracia, hace meses en Diariomotor apareció este artículo:
ResponderEliminarhttp://www.diariomotor.com/2008/06/02/joyas-abandonadas-el-autodromo-terramar-de-sitges/
Red Bull me ha ganado con esto:
http://www.diariomotor.com/2012/05/11/red-bull-resucita-el-autodromo-de-terramar-en-sitges-con-carlos-sainz-y-miguel-molina-a-bordo-de-un-audi-r8-lms/
XDDD
Ya te digo, como encontrarse la Victoria de Samotracia enterrada en el huerto de tu casa.
¡Saludos al anfitrión y a los invitados!