Kimi perdió el título de 2005 por apenas 21 puntos de aquellos que valían más del doble que ahora, y digo que perdió, porque honestamente pienso que el finlandés habría hecho de magnífico campeón aquel año. Que recuerde, nadie lo comparó con Senna ni con Prost ni con Fangio, y todo el mundo aceptó que Kimi aportaba su peculiar granito de arena a esta fábula que llamamos F1. Lo mismo ocurrió en 2007, cuando por fin Iceman conseguía su primer entorchado.
Jenson es otro de los integrantes de este sabroso elenco de pilotos que podríamos definir como «sinparecidos», ni razonables ni de los otros. Felipe, por sin ir más lejos, ¿a quién se parece Massa? El paulista estuvo a punto de calzarse el campeonato de 2008 pero carece de cacofonías. Rubens otro tanto. Firmó un 2009 alucinante y sigue siendo Rubens, Rubinho para los amigos, el hombre que insinuó en una noche achispada que Michael perdía aceite, y casi paga caro su atrevimiento contra el muro de Hungaroring 2010.
Lewis, vayamos con Lewis. Tras aquellos anacarados reflejos en los que algunos intuyeron ver a Ayrton en 2007 y 2008, el británico ha sabido despegarse de los ecos de un pasado imperfecto para mostrarse como él mismo, un tipo con sus luces y sombras que hoy por hoy se define como Hamilton, Lewis Hamilton, el agente 007 de la parrilla. ¿Y Fernando? El asturiano se pareció inicialmente a Senna (¡cómo no!), pero también ha sabido dejar atrás ecos y espejismos hasta adquirir personalidad propia y ser considerado Alonso a secas.
Podría seguir pero hoy, día de Navidad, no toca. Humildemente pienso que toda esta tontería de andar buscando ejemplos, se impuso cuando Michael Schumacher acabó con lo que no está escrito para alcanzar los siete mundiales que lo engalanan barriendo del mapa incluso a el chueco, que tenía sólo cinco (¡criaturilla, ya quisiera el Kaiser parecerse siquiera un poco a Fangio!), porque a partir de la hegemonía del de Kerpen no quedaba nada nuevo por descubrir y lógicamente, la prensa, en vez de analizar las cosas conforme a su propia naturaleza, buscaba referentes sobre los que apoyarse a la hora de impedir que se vieran sus limitaciones y plumeros.
Soy consciente de que el periodismo es un deporte de riesgo extremo. Dices hoy que tal o cual piloto ha ganado quintales en madurez, y te expones a que mañana, por una tontería, el elegido la cague estrepistosamente y te deje con el culo al aire, de manera que recurrir a la historia siempre supone un camino seguro, y muy a mano, por cierto, porque nos ofrece señuelos a patadas. Así en vez de establecer bases de criterio con las que ganaríamos todos a la hora de apreciar a pilotos y máquinas en su esencia más genuina, se trazan similitudes entre uno de aquí y otro de allá en base a vaya usted a saber qué planteamiento o qué numeros, y en unos minutos tenemos preparada la papilla que serviremos templadita para que nos entendamos como tenemos que entendernos.
La última especie parida en la gruta de los despropósitos, pasa por decir que Vettel recuerda a Clark —ayer mismo nos lo recordaba aquí un contertulio—, aunque Jim y Sebastian tengan muy pocos puntos en común, por no decir ninguno si integramos en la ecuación como creo que debería hacerse, los respectivos coches que pilotó el británico y el único modificado que ha conducido el alemán.
Al hilo, cabe recordar que Vettel ha conducido desde 2009 una plataforma muy similar durante cuatro años consecutivos —mismo motor, mismo o parecido planteamiento dinámico, casi idéntico modelo de neumáticos usados, nos sitúan ante un mismo coche que ha evolucionado para adecuarse a las circunstancias de cada temporada—, mientras que Clark condujo diferentes monoplazas, con diferentes propulsores (Coventry Climax FPF L4 y FWMV V8; BRM P56 V8, P60 V8 y P75 H16; y por supuesto, el Ford Cosworth DFV V8), y con diferentes planteamientos mecánicos (ver Lotus type 25 a 49). También fueron diferentes los tipos de gomas usadas por los respectivos Lotus, y por supuesto los circuitos donde corría Jim, muchos de ellos santuarios como Spa o Nürburgring Nordschleife, en los que supo imponer su ley y su estilo, que lo tenía, mostrando, tal vez, que él estaba muy por encima del vehículo que conducía.
Al hilo, cabe recordar que Vettel ha conducido desde 2009 una plataforma muy similar durante cuatro años consecutivos —mismo motor, mismo o parecido planteamiento dinámico, casi idéntico modelo de neumáticos usados, nos sitúan ante un mismo coche que ha evolucionado para adecuarse a las circunstancias de cada temporada—, mientras que Clark condujo diferentes monoplazas, con diferentes propulsores (Coventry Climax FPF L4 y FWMV V8; BRM P56 V8, P60 V8 y P75 H16; y por supuesto, el Ford Cosworth DFV V8), y con diferentes planteamientos mecánicos (ver Lotus type 25 a 49). También fueron diferentes los tipos de gomas usadas por los respectivos Lotus, y por supuesto los circuitos donde corría Jim, muchos de ellos santuarios como Spa o Nürburgring Nordschleife, en los que supo imponer su ley y su estilo, que lo tenía, mostrando, tal vez, que él estaba muy por encima del vehículo que conducía.
Quitando 2011, temporada en la cual el de Heppenheim se lo llevó prácticamente todo salvando Japón, Seb sólo ha ganado este año en tilkódromos en un 4 a 1 bastante contundente; lo mismo que ocurrió en 2010 (rompen la norma esta vez Japón de nuevo e Interlagos, en el 3 a 2 resultante). En 2009 Vettel me encandilaba de mala manera, y curiosamente ganaba en circuitos como el Gilles Villeneuve, Silverstone y por supuesto Suzuka, en un 3 a 1 final en el aparece Abu Dhabi casi como pidiendo permiso...
No me extiendo. Esto de los parecidos razonables entre Clark y Vettel se basa en pruebas circunstanciales que nadie en su sano juicio admitiría, formas demasiado simples de ensalzar a alguien de quien con la mano en el pecho puedo afirmar que no lo necesita, aunque no me guste su deriva profesional, lo que me lleva a pedir, por favor, que dejemos a los santos en paz y evitemos en lo posible ponerles cartucheras y pistolas, por mucho que algunos expertos nos animen a cometer tamaño sacrilegio.
Os leo.
¿Como decir que tal tirador se parece a tal otro cuando uno maneja un florete de esgrima y el otro un shinai de kendo? Se podrán parecer en actitudes en cuanto a la competición, o en su carácter personal, pero ¿en la técnica de manejo de dos herramientas que tienen tan poco en común?
ResponderEliminarClaro, que los objetivos siguen siendo los mismos, y los resultados (en cuanto a la consecución de estos objetivos) comparables. Pero ¿la técnica?
¡Saludos al anfitrión y a los invitados!