¡Penitenciagite!

Hoy, como anteayer, seguimos estando de enhorabuena. Si hace unas horas me felicitaba públicamente y ante vosotros especialmente, porque Red Bull dejaba de ser una empresa de hacer bebidas y embotellar récords para bautizarse como escudería con sombras, hoy lo hago porque los que no compraban remontadas como sinónimo de calidad, andan hoy más bravos que un gorila que se ha pasado con la dosis de Viagra.

Sí, Vettel lo ha hecho, y ya iba siendo hora, ¿no? Y aunque suene un poco chungo que en una carrerra haya adelantado a más pilotos que casi los que lleva caneados en toda su vida deportiva, no voy a ser yo quien enfríe los ánimos de los vettelistas, a quienes desde aquí mando un abrazo sincero, pero sí quien ponga algunos puntos sobre algunas íes por evitar que la FIA siga tomándonos el pelo, o al menos, que si sigue haciéndolo, sepamos por dónde vienen los tiros.

Bien, hecha la entradilla paso a cortar el ídem a aquellos que puedan ver en este texto una diatriba contra el héroe prefabricado, porque por fortuna escribo mucho y hay numerosas referencias en este blog a que me he posicionado en demasiadas ocasiones en contra de esa manía que tiene la Federation de impartir justicia cagándola estrepitosamente con los resultados de la penitencia impuesta.

Ayer, recordemos, a Sebastian parecía caerle la de Dios es Cristo con el asunto de la escasez de gasolina en el depósito de su vehículo, pero lo que ocurría en realidad era que Dios le venía a ver, porque por esas cosas que tiene la FIA, su monoplaza podía ser retocado, reconstruido, afinado, limpiado y sacado brillo de la misma tacada, para enfrentarse a la nueva coyuntura. ¿Qué cuál es esta coyuntura? Pues que salía último de la parrilla por haber sido encontrado en falta.

Obviamente, todo el mundo puede decidir salir del pit-lane si decide meter mano a su coche sin pasar por el parque cerrado, pero imaginemos el contradiós que supondría que más de una escudería decidiera pasarse por el forro la esencia de la clasificación para vestir guapa el domingo.

Bien, llegados a este punto, lo cachondo del asunto estriba en que los que calificaron cuando Dios manda, arrastraban hoy los problemas derivados de la calificación: un setup demasiado poco agresivo o uno demasiado fogoso, o cualquier problema surgido en un lance sufrido sobre el asfalto, etcétera, esas cosas que se prevén para los sábados o que ocurren en sábado y que pasan factura durante los Grandes Premios, pero que a Sebastian Vettel no le afectan a pesar de estar sancionado, para más bemoles.

Total, que la suspensión dañada del RB8 en calificación ha sido sustituida. Lo mismo ha ocurrido con la caja de cambios, que de ser cortita ayer ha pasado a ser hoy más viva. Imagino que ya puestos se habrá tocado el setup para ir a dos paradas en vez de a una, pillando a contrapié a todo pichichi.

Repito a estas alturas que no me estoy metiendo con Vettel sino con la FIA, pues esta última es quien haciendo el paripé de que castiga, se cisca en la esencia competitiva y olvida que las carreras comienzan los sábados en calificación, y puesto que a tal fin ha escrito tropecientos artículos en el reglamento enfocados a impedir que los demás lo olviden, es la máxima responsable de que la norma se aplique en justicia, en justicia de la buena, en esa Justicia con mayúsculas que entendemos todos, que atiende a que por encima de la letra siempre está el espíritu, y por la cual los castigos perjudican y las sanciones siempre salen caras.

Dicho lo cual, y puesto que me he metido con el Abad, grito aquello de ¡penitenciagite! por ver si tengo suerte y me voy de rositas.

Os leo.

[Publicado en Diariomotor]