De las pocas cosas que me siguen atando a todo esto que llamamos F1, 
tal vez la que más me hipnotiza es ver de lo que es capaz un piloto 
cuando la bravura que lleva dentro opaca el resto de sus 
características. Si en Valencia veíamos a Fernando escalar posiciones 
casi con los muñones, tras dejarse las manos y los dedos en cada 
adelantamiento, en Yeongam teníamos la oportunidad de vislumbrar a Lewis
 Hamilton agarrándose a la roca con las uñas tras habérsele roto la 
cordada.
Tanto da que uno de estos tipos luche por la victoria y sus 
veinticinco puntos, que lo haga por uno miserable de ellos, el esfuerzo y
 la actitud son las mismas, y eso me atrae sobremanera, hasta el punto 
que podría decir que en Corea me quedé la mar de satisfecho simplemente 
por el hecho de haber llegado a ver una de esas epopeyas que son tan 
raras hoy en día.
Lewis salía a por todas sobre el asfalto coreano, porque intentarlo era lo único que le quedaba tras haber hecho el indio en Twitter
 y haber firmado por Mercedes. Le duró poco a Fernando y sería presa 
fácil para Felipe. Un problema en el eje trasero de su MP4/27 le estaba 
subastando al mejor postor, pero lejos de arrimarse a la orilla para 
desmotar su caballo, continuó quién sabe por qué o por qué no, aceptando
 la derrota impuesta pero vendiéndola cara, infinitamente cara.
Lejos de asumir que en Corea él ya era historia —como habrían hecho 
Schumacher y sus consabidas tuercas excusatorias—, dando el semblante 
más tarde ante la prensa con cara de circunstancias para justificarse 
por no haberlo podido intentar siquiera, prefirió darla donde 
un piloto venenoso y entero tiene que darla, sobre la pista, luchando 
primero por un quinto puesto, luego por el sexto, por el séptimo más 
tarde y por el octavo después, y así hasta que tuvo que vérselas con los
 laboratorios B de la Red Bull de Horner y su tropa, 
rejuvenecidos como por arte de magia (esto de los Toro Rosso sí que es 
magia, lo demás son tonterías), para terminar cediendo la rodilla porque
 el McLaren decidió llevar prestado sobre la carrocería un trozo de green turf o astroturf,
 o moqueta sintética de hierba que diríamos por aquí, en las últimas 
vueltas de la pelea que se celebró por ver quién perdía menos.
Ante estas cosas suelo preguntarme qué coño se le pasa por la cabeza a
 un tipo que lo tiene todo en la vida, incluso una Nicole que se 
equivoca de teléfono cinco veces en el mismo día tan sólo por escuchar 
su voz…
Hamilton podría haberlo dejado en cualquier momento. La distancia 
entre un abandono y un punto es tan miserablemente miserable (válgame la
 chorrada) que darían ganas de preguntárselo una y mil veces si no fuese
 sencillo entender que resulta totalmente incomprensible a la vez que 
totalmente asimilable porque no estamos hablando de un tipo cualquiera, 
sino de uno de los tres puntales sobre los que se levanta el negocio de 
Bernie.
Así, si Sebastian es lo vendible, el anverso de la moneda, la 
fatuidad del triunfo así asesine todos los récords (¡qué sería del pobre
 sin ellos!); Fernando es la cruz, la inteligencia fría, la calculadora,
 el hieratismo como fenómeno, el Alain Prost del Ayrton Senna redivivo, 
la cara oculta de la luna que da vida al alemán y lo justifica. Pero 
Lewis da sentido y razón a la historia en la que intervienen los dos 
anteriores porque es el puto fuego, la llama que no cesa, el lugar de 
encuentro con nuestro pasado más remoto, el exponente de que hay vida 
más allá de la muerte, el ejemplo vivo de que todo esto en lo que 
creemos hunde sus cimientos en los sueños que tuvieron y tienen unos 
hombres que juegan a ser dioses sobre sus máquinas...
Para Vettel, Hamilton supone el mañana. Para Alonso, el pasado. El 
británico se templará, sin duda, eso queda a cuenta del tiempo, pero en 
este presente que devora como un adolescente una hamburguesa después de 
una noche de farra, Lewis es el Norte para todos nosotros, o acaso 
debería serlo.
Las ganas, la hambruna de no darse por vencido… Le lamé llavero,
 hijo de Anthony… Hoy lo retiro todo, incluso le perdono aquella mierda 
de campenato que prendió de su solapa en 2008. Gilles nunca ganó uno y 
le venero. Por qué no iba a rendirme ante un piloto que lo dio todo el 
domingo pasado para ganar un punto para significarse exhausto después de
 haber reventado —literalmente hablando— sobre el asfalto de un infierno
 en el que lo perdió todo salvo un punto.
Un punto, ¿lo habéis leído bien? ¡Un punto! Un punto que define quién
 tiene sangre o quién tiene horchata en las venas; un punto, una 
miseria, una porquería que desestimarían otros, pero no Lewis Hamilton.

Llorando me tienes, moqueando de la emoción.He puesto el "God save the Queen", mano al corazón, cabeza alta.
ResponderEliminar...Lord make the nations see,
That men should brothers be,
And form one family,
The wide world over.
¡Quieto parao,que soy asturiano!.A mi me emociona el "Asturias Patria querida" y, si me apuras, el de Melendi:"Contemplar sus verdes prados, resguardarme en sus tejados
de su Orbayu agotador
Y hacer caso a Don Pelayo, luchando con pundonor
Pues mientras nos queden piedras, lo que nos sobra es valor..." y tal y tal.
¡Qué daño moral me hizo Lewis (ahora ya sabemos que no era el culpable) en el 2007!.A Lewis todavía le falta un herbor, pero que se venga a la tierrina, que se lo damos rápidamente. Y le adoptamos como asturiano si hace falta.Sin rencor. Uno de los grandes, sin ninguna duda.(Si leen esto mis hijos que hasta hicieron vudú con el McLaren de Scalextric en Interlagos 2007...).
Y aprovecho, con tu permiso, para recordar a todos esos pilotos "anónimos" que pelean cada carrera con menos medios,con muchos problemas técnicos y que el común de los aficionados considera "malos" e indignos, para conseguir llegar al final con 0 puntos. O aquellos que estando todavía en proceso de adaptación al medio (cada persona tiene su propio ritmo)son criticados como no válidos para esta F1: Que recuerden lo que les costó a Nigel,a Damon,... Un saludo
Gring, la última botella de sidriña que trajo mi hijo, Josu, de tu tierra, me la pimplé hace días con una chistorra de supermercado, pero brindaría hoy con ella y contigo, porque ése es el espíritu que nos une, compañero ;)
ResponderEliminarUn abrazote ;)
Jose
piel de gallina, pero yo no me olvido de fernando comiendose una manzana al lado de ron mientras el hijo de anthony le jodia la cartera
ResponderEliminarno dejes de escribir, que por lo menos tu le das sentido a este pseudodeporte...
saludos
Josetxu :) "Voy matate".¿Qué ye eso de sidra con chistorra de supermercado?. La sidra,de escanciar,
ResponderEliminary la chistorra, del pequeño comercio tradicional de productos artesanos.Hay que apostar individualmente por lo auténtico,los pequeñines y el trabajo bien hecho; la única forma de pelear contra la marea globalizadora.;)
Anónimo: Pero viendo las cosas con perspectiva histórica, no inmersos en el remolino del momento que nubla la vista y el discernimiento,no me negarás que Lewis entonces era un niñato mal aconsejado y una marioneta manejada por esos dos personajes que señalas. Y que está madurando porque la vida le está enseñando a golpes cómo se las gasta.
Un saludo a todos.
soy el anonimo jejejej, me llamo jose, de acuerdo contigo amigo, pero no crees que ha perdido el norte y que va dando palos de ciego?? a ver si acabara en la nascar con el gran juancho!!
ResponderEliminarsaludos