El año pasado por estas fechas habría dado mi reino y lo que no
tengo, por ver a Sebastian Vettel sudando la camiseta sobre el asfalto y
no yendo sobre patines en una San Silvestre de fin de año. Éste me
conformo con verlo serio.
El RB7 era demasiado coche incluso para el alemán. Bien equilibrado,
afinado hasta niveles indescriptibles, el misil azul de los de las
bebidas energéticas le habría dado el título incluso a un párvulo.
Resultaba sumamente sencillo de conducir y por ello se hizo necesario
adornarlo con una aureloa de esfuerzo humano que cansó a los más
pacientes rebaños de ovejas, hasta el punto de que era ver al de
Heppenheim enfilando la victoria desde los primeros metros de una prueba
cualquiera, y las cámaras se ponían a recitarnos versos sobre lo que
ocurría en la lucha por los segundos y terceros puestos con tal de
mantener al respetable pegado al televisor.
Hubo momentos, para qué voy a negarlo, en
que Sebastian parecía volver a ser el de 2008 o 2009 (el de 2010 tampoco
me gustaba, y lo siento), pero fueron escasos y siempre planeó sobre
ellos la belleza apurada y rápida del retoño de Newey, de manera que
terminé por sentarme pacientemente, de brazos cruzados, que dicen, a ver
qué tal le iba esta temporada, que ya se sabe que el tiempo dicta los
más enjundiosos veredictos, apostando incluso a que Fernando Alonso
acertaba de lleno cuando afirmó que veríamos al auténtico Vettel cuando
tuviera que luchar por un quinto o sexto puesto.
Reconozco que no ha hecho falta que el bicampeón más joven de la
historia se haya tenido que ver en tan desafortunada coyuntura, para que
vuelva a sentir algo parecido a lo que sentí cuando le vi circular
sobre Indianapolis cubriendo el puesto de Robert Kubica o venciendo en
Monza con un Toro Rosso, o logrando la segunda pole de su
carrera en China (me gustó mucho más que la primera porque me pareció
más trabajada). El tiempo pasa, el chiquillo ha crecido y sería injusto
no incorporar esta variable a la balanza donde le estoy pesando,
siquiera para descontar algunos gramos.
Tambien cuentan los dos
campeonatos mundiales que ha conseguido, el rosario largo de primeras
posiciones en calificación que ha obtenido, los récords que ha roto a
pesar de sus pocos años, cómo se las tuvo que ver con Mark cuando ambos
luchaban contra los Brawn de Ross, y un montón de cosas más que os
ahorro por no aburriros, pero entre las que no se encuentran sus modales
de niño tonto cuando las cosas le vienen de cara, ni los que han
alumbrado su perfil más chulesco cuando se ha visto en la obligación de
doblar la rodilla por gilipolleces propias o ajenas. Menos aún, la
perfidia que le ha rodeado en Red Bull, ante la cual ha dado
innumerables muestras de sentirse divinamente cómodo.
Pero estamos en 2012 y Sebastian se encuentra en la encruzijada en la
que tantos queríamos verle, y habría que ser tonto para no comprender
que está solventando la papeleta con notable, pero con la mirada puesta
en resolver la temporada con sobresaliente, si su vehículo y los
candidatos al título le dejan.
Decía más arriba que disfruto viéndole serio, y prometo que no es
porque su sonrisa llegó a hartarme, que también, seguro, sino más bien
porque le percibo interiorizando, reflexionando más allá de sobre cuánto
le durarán los cacahuetes durante una carrera. O me equivoco de plano, o
está mostrando una actitud mucho más adulta que en sesiones anteriores,
que delata, lo más importante, que piensa por primera vez desde 2009 en
cómo tumbar rivales uno a uno y no en paquete, como le venían antes.
Sea como fuere, el primer piloto de Milton Keynes quiere ganar en su
casa, ante su público, sobre el circuito de Hockenheim, y estoy seguro
de que lo intentará desplegando sobre la pista toda la calidad que
tiene, que es mucha. Pero si no lo consigue tampoco pasará nada, porque
estoy seguro de que volverá a intentarlo en la casa y ante el público de
otros, porque todavía quedarían 10 carreras por delante y el chiquillo
está dando muestras de haber perdido definitivamente sus dientes de
leche.
No lo tengo claro, sigo creyendo que es un pilotazo pero aun está por debajo de su coche, y después de dos años y lo que llevamos de este en esa tesitura ha tenido tiempo de tomar la comunión, la confirmación y de tener la primera novia.
ResponderEliminarEn cambio, el día que ganó hizo las mismas bobadas de hace dos años. Me dio por pensar que era un artificio de marketing a lo que son tan dados los de RB y de repente le vi hacer lo mismo de espaldas la cámara.
Aun le queda mucho trecho para ser leyenda, incluso para ser reconocido por el resto de compañeros.
Saludos
PD: prometí no discrepar nunca más de tus opiniones, pero RB me puede.
Encrucijada José, encrucijada. xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD.
ResponderEliminarKing Crimson
Esto empieza a oler mal, Whitting en estado puro, mejor dicho en estado:
ResponderEliminarhttp://www.f1aldia.com/16045/charlie-whiting-admite-sancionar-sebastian-vettel-fue-muy-duro/
Saludos