Elemental, mi querido Watson

Cuando todo parecía enfocado y nos disponíamos a seguir disfrutando de una temporada donde por fin reinaba la igualdad más absoluta; cuando incluso tipos reacios como yo comenzábamos a valorar la posibilidad de que Michael Schumacher fuera un listo del demonio, por quejarse en Bahrein de los neumáticos en vez de su coche para disfrutar de lo lindo, y no decir ni mú, cuando obtuvo su pole en Mónaco; cuando quien más y quien menos empezaba a aceptar, aunque fuese a regañadientes, que Pirelli estaba haciendo un trabajo excelente en beneficio del espectáculo, ¡no viene la italiana y anuncia que ante las quejas de los equipos (sic), en Silverstone probará unos compuestos más duros?

Puesto que los de este año resultan más blanditos que los del pasado, a lo mejor se repesca el material que tan bien trataba Red Bull durante 2011, es una idea, aunque la maniobra se las trae con abalorios, porque significa en la práctica que si la cosa funciona, a lo peor a la FIA se le ocurre cambiar a mitad de temporada los parámetros de funcionamiento de toda la parrilla, convirtiendo en papel mojado el esfuerzo que llevan realizando las escuderías por intentar comprender las coño gomas.

Independientemente de lo mucho que he escrito al respecto y de lo mal que me parece que en la máxima expresión del automovilismo deportivo se ande cambiando de baraja cada tres por cuatro, el problema, sigo pensando, está en la manía que tiene la Federación de meterse donde no la llaman, controlando hasta el diámetro de la última tuerca utilizada desde un reglamento que siempre termina haciendo aguas, cuando lo sencillo sería tirar por la vía que siempre ha funcionado: la libertad de elección.

Pasando incluso por el aro del proveedor único, que mira que no me gusta por lo que supone de contradiós, al respecto de la malversación a la que somete al espíritu que hizo de la F1 lo que es en la actualidad, Pirelli misma disponen de los elementos necesarios como para que el escenario cambiase notablemente. En concreto seis, cuatro para seco y dos para mojado, los seis tipos de compuestos de su gama 2012.

Ni siquiera haría falta erradicar la estúpida norma que por favorecer el espectáculo obliga a los equipos a utilizar al menos dos tipos diferentes de neumáticos en cada prueba, bastaría dejarles a ellos que eligieran los compuestos que más les convinieran en cada caso para que la competición ganara muchos enteros, porque podríamos ver coches calzados con duras y otros con blandas, otros con extraduros y aún otros con extrablandos, o incluso vehículos capaces de corregir su tendencia al subviraje o sobreviraje gracias a la utilización de diferentes gomas en sus trenes delantero y trasero, compitiendo todos entre sí, sobre el mismo asfalto, pero en base a diferentes estrategias de las auténticas.

Y que no se alarme nadie por lo que digo, porque aunque no sé si está permitida la posibilidad de alternar compuestos sobre un mismo monoplaza cuando hay agua por medio, que me temo que no, lo cierto es que las carreras sobre mojado o con previsión de lluvia son inifinitamente más divertidas que las que se corren en seco, precisamente porque entra en liza la posibilidad de cada escudería se la juegue realmente con la elección de neumáticos, y para más bemoles con la aquiescencia de la FIA.

Bastaría, ya digo, que cada equipo dispusiera de los compuestos que considerara más adecuados a cada trazado, para que volviéramos a ver carreras de verdad y no monumentales convoyes ferroviarios como el que organizó Webber en Mónaco mientras en vez de ir lo más rápido posble, todos trataban de hacer lo contrario con la excusa de guardar neumáticos de cara a la traca final, cuando el Expreso de la Robla se convertía en el AVE Madrid-Sevilla sin que los vagones cambiaran de sitio.

Elemental, mi querido Watson.

[Publicado en Diariomotor]