En el tejado de Pirelli

Desde que sustituyera a Bridgestone a comienzos de la temporada pasada, la veterana Pirelli ha acumulado miles de kilómetros de experiencia en F1, y este 2012 que abrimos en un suspiro debería suponer el de su definitivo asentamiento en la parrilla, puesto que las gomas, mal que queramos, son el quicio inevitable sobre el que gira el comportamiento de los monoplazas.

Así las cosas podríamos decir que esta pretemporada pasada, a diferencia de lo ocurrido en la anterior, las escuderías se han tomado con mucha cautela el asunto de valorar correctamente el uso y disfrute de los compuestos, toda vez que a comienzos de la sesión pasada, las valoraciones elaboradas a partir de los datos ofrecidos por las Pirelli en entrenamientos, comenzaron a originar más de un susto a sesión lanzada.

Comentamos en su momento que no fue una buena idea ofrecer a la italiana un Toyota que no encajaba en la normativa impuesta para que estableciera los rangos de duración y uso de sus compuestos, y también dijimos que la gente de Paul Hembery se había dejado lo que no tenía en aceptar el reto, pero el resultado a todas luces dejó mucho que desear hasta que comenzó a estabilizarse a partir del verano.

El escenario que nos propone la F1 es de suprema excelencia. Sí, ya sabemos de qué va la cosa de la excelencia en manos de los tipos estos que dirigen el cotarro, pero como decía antes, las ruedas son a día de hoy un elemento en el que hay que confíar sí o sí, porque suplen buena parte del rendimiento mecánico de los vehículos, y porque si no ofrecen un buen compromiso de eficacia, ni la más elaborada aerodinámica puede resolver el asunto de sujetar adecuadamente el coche al asfalto.

Pudimos ver a finales de 2011 que las partidas defectuosas habían sido prácticamente erradicadas del suministro italiano, también que la pista dejaba de llenarse de virutas de goma del tamaño de galletas... Fue un avance labrado poco a poco, desde luego, pero logrado a costa de un endurecimiento general de los neumáticos, incluso en sus modalidades más blandas.

En las sesiones de pruebas que acabamos de dejar atrás, las sensaciones que ha ofrecido Pirelli parecen indicar que los equipos van a poder disfrutar de una herramienta más acorde con el significado que tiene la F1, puesto que los productos de la italiana comparten un mismo comportamiento en lo relativo a la consecución del rango óptimo de utilización y en la caída del mismo (dicen que mucho más rápida que en 2011), diferenciándose en lo que tienen que diferenciarse los tipos de gomas: en su rendimiento y duración, aunque al parecer, se han ablandado todos un poco.

Contando con que Pirelli sigue explorando y experimentando, entre otras cosas porque debe continuar evolucionando, convendría que el marco propuesto en pretemporada no sufriera ningún tipo de alteración, porque supondría de nuevo un soberano sacrilegio.

La bola está en el alero de la milanesa, y por el bien de todo espero que este año la jueguen bien y miren más allá de contentar a la FIA.