Australia, día 1

Como saben bien mis amigos e incluso mis compañeros de Starting Grid Podcast, comparto mis horas con un zoológico en miniatura. A mis pies, ahora mismo, Marnie, la perrilla, echa su bien ganada siesta. A mi lado, apenas a un palmo de mi hombro izquierdo, aquí mismo, vaya, Roque, un lorito barranquero que adoptamos tras su exilio forzado a tierras ásperas y extrañas, murmulla ininteligibles sonidos que me sirven de banda sonora. Arriba, en casa, Bagheera e Hilargi, el gato y la gata de la familia, seguramente estarán soñado que juegan con ratones mientras descansan...

Lo de los ratones va de guasa, obviamente, porque todo el mundo sabe que ya no quedan a la vista. Hace tiempo que se marcharon a comer constituciones y cartas magnas, pactos sociales y esas cosas, y deben andar ahora royendo el reglamento que propuso la FIA para este año, porque me he quedado a cuadros al comprobar que entre lo anunciado a finales de la temporada pasada y lo visto al comienzo de ésta, o faltan cosas o sobran agujeros, de tal manera que no hay nadie que comprenda nada.

Nos dijeron que los morros iban a ser como el que presentan los Marussia, y mira tú por dónde, salvo la rusa y McLaren, que se ha buscado las alubias haciendo de yubarta, el resto de la parrilla se las ha apañado para mantener el tipo de antes de la furia reglamentaria, profananando los antiguos apéndices delanteros con modernos y feos escalones. Nos dijeron que las salidas de escapes iban a ser periscópicas, en trompetilla, que iban a mirar al cielo sobresaliendo de las carrocerías, y hete aquí que entre acequias y lecturas de letra pequeña, a día de hoy no se les ve ni el pelo. Nos dijeron que los F-Duct pasaban a mejor vida, pero se ve que no...

A estas alturas de la película, uno no sabe si ciscarse en los pagafantas que fueron de guais desde sus púlpitos, traduciendo al español lo que decía Autosport sin encomendarse a Dios ni al diablo, o tirar por la tangente y mandar todo a tomar por saco porque el secarral informativo que rodea a la F1 es tan de los de campeonato, que nos evita no sólo acertar a la primera, sería la repolla, sino impedir que a la nonagésima intentona, el personal siga sin enterarse de qué va realmente la cosa.

Australia 2012 huele a Albert Park 2011 por los cuatro costados, y es que en el fondo se han cambiado cuatro cosas para que no cambie nada. Así, si la fortuna que dispensa la varita mágica de Charlie Whiting beneficiaba el año pasado a Red Bull con el asunto de las flexibilidades y el mapeado de los motores, en éste le ha tocado beneficiar a los que han entendido la norma encontrando los huecos que dejaban los ratones de la Place de la Concorde a su paso. 

Puritito cuento de toda la vida en el que falta un flautista de Hamelin para poner un poco de orden.

Hay quien piensa que en los medios, opinar opina cualquiera, y que lo que hacen falta son auténticos análisis, y yo le devuelvo la pelota preguntando sobre quién los tiene tan grandes como para meterse a analizar el contradiós que han montado los que dicen llevar la batuta de manera tan soberana.

Australia, day one. Previo al day two. Y seguimos. Y seguiremos. Y Roque sigue susurrando, y Marnie roncando a su manera...