viernes, 18 de noviembre de 2011

¡Oh Capitán, mi capitán!


No sé en qué coño estabas pensando, Emilio, qué mar negro te abrió sus entrañas, pero voy a hacer como que no ha sucedido, como que podré seguir esperando una de tus llamadas a horas intempestivas en las que me engatusabas con historias que destilaban salitre, brumas y costas grises celeste a partes iguales.

Siento frío ahora que las campanas de San Pierre y Miquelón tañen sin saber por qué lo hacen, ahora que las nieblas otoñales lamen las orillas de Terranova y Labrador tratando de atrapar tu silueta, ahora que las gavias han sido recogidas en honor de los ausentes. Siento frío en este mediodía soleado de noviembre que ilumina el interior de mi estudio nuevo que prometiste visitar, canalla. Siento frío porque percibo en el aire impregnado por el aroma a tabaco de mi pipa, tus preguntas y las mías cruzándose mientras buscamos juntos respuestas a preguntas que otros jamás hicieron. Siento frío, Emilio, y sé que sabes por qué.

Ya ves, ni he dejado los coches ni la escritura, y te aviso que estoy mayor para dejarlo, tan mayor como tú para dejar de ser testarudo. Sigo dibujando, sí, pero como te he dicho tantas y tantas veces mientras me veías acariciar el papel con el pincel aguado en cielos u océanos profundos, o mientras te explicaba yo en qué consistía navegar de bolina y tú compartías conmigo los secretos más arcanos de la pesca del bacalao en la misma mesa, sobre el mismo mantel y con los mismos sueños rondándonos la cabeza: nada, nada, Emilio, nada me resultará igual a dibujar a tu lado esa historia que disfrutamos juntos desde 1995, porque has sido el mejor capitán que he tenido.

Ahora que me estás leyendo y no nos lee nadie, te puedo decir que hay quien se las da de editor y se ha permitido el lujo incluso de llamarte cocinero por menoscabarte, hasta que le he cerrado la boca, claro. Eres un gran editor. Recuerdo tus llamadas telefónicas desde la cocina de Villa Esperanza, con el chisporroteo del aceite caliente como sonido de fondo, tu forma de insinuarme el camino a seguir para que yo llegara más y más lejos. Tu confianza, tu generosidad con mis hallazgos... Eso para un ilustrador resulta impagable, Emilio.

Total, que puedo decir bien alto que no habrá más barcos como los que te hice, ni personajes como los que te dibujé: Peru, Txomin... Ni bacalaos tan sabrosos como los que cociné a color y fuego lento a tu lado, ni escenarios como los que confeccionamos hombro con hombro porque sabías cómo encender aquella llama que ahora palpita entre mis dedos. Pero al diablo se le ocurre llevarle la contraria al padre Corominas, Emilín. Sé a pies juntillas que llevabas razón cuando afirmaste que la clave para entender la palabra bacalao estaba en tierra (terra do bacallos), ¡de qué si no te iba a seguir en tamaña locura!, que mi conocimiento del francés nos iba a servir de algo (baie à cailloux), pero también sé que te avisé de que un cocinero y un ilustrador no resultaban pareja adecuada para reescribir la historia.

Pero no nos han vencido, Emilio, no. ¿Recuerdas aquella aventura de hacer un relato en el que hablaríamos de cómo los vascos, bretones y portugueses descubrieron América antes que Colón en aras de pescar al pez teleósteo que conocemos como bacalao?, pues me voy a meter con él para que todos sepan que fuiste un pionero cuando en 1996 te atreviste a plantar el pie donde no lo había hecho nadie antes.

Siento que te lo debo y me atibio recordando cómo sujetabas con mano firme el timón mientras yo transformaba en acuarelas, tintas, plumillas y lápices, tus sueños de aventura, los míos y los de los dos. Seguro que se me pasa lo que me queda de frío.

Todos los doris han vuelto menos el tuyo, pero seguiré esperando agarrado a la borda a que aparezca en el horizonte.


PD: In memoriam, Emilio González Soto (1958-2011).

14 comentarios:

  1. Tenía que ser muy grande para que le hayas dedicado estas líneas. QEPD y mis condolencias a la familia y a tí Orroe. Sin palabras.

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  2. Un abrazo muy fuerte.
    Susana

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  3. Josito, vaya racha que llevas, pero tú no decaigas compañero. Un abrazo.

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  4. Josetxu, que estamos aquí, dando calor. Te queremos mucho, amigo.
    Un beso enorme. Y Pa´lante siempre.

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  5. Mi aita y el se conocian desde pequeños. Yo he ido alguna que otra vez al Currito a comer. Esperemos que donde vaya siga cocinando igual...
    DEC.

    Mikel.

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  6. Tengo el libro. No sabía que eras José Antonio Tellaetxe, el maestro que firmaba sus fabulosas ilustraciones. Me has hecho llorar, Emilín no merecía morir así pero siempre estará el recuerdo de los que le conocimos. Gracias, amigo.

    Luismari

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  7. Precioso. Mis condolencias.

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  8. Aunque en ocasiones los "y si yo..." te hagan un nudo en el estomago y los "por qué" hagan que te falte el aire, no nos queda otra que seguir adelante.
    El lo habría querido. Los amigos siempre lo quieren. Un abrazo grande.

    Corpeos.

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  9. Para estas cosas soy torpe, espero que te valga un enorme abrazo y todo mi apoyo :-)

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  10. Querido Tellaeche:Soy Arantzazu; ,estamos toda la familia leyendo tu cariñosay entrañable carta . No tenemos palabras para expresar lo que sentimos en este momento.Nos ha llegado al corazon.Espero poder agradecertelo personalmente,Un abrazo muy fuerte . Familia Currito.

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  11. Maria José Gonzalez26 de noviembre de 2011, 1:55

    Querido José Antonio,soy Maria José, hermana de Emilio. En nombre de toda la familia y en el mío propio queremos agradecerte el cariño con el que has escrito estas bonitas palabras hacia él. Un fuerte abrazo.

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  12. Arantzatzu, Mari Jose, muchas gracias por pasaros y por vuestras palabras. Emilio tenía sus cosas pero nada impedirá que diga bien alto que era mi amigo y que le quería porque era una bellísima persona con la que he tenido la fortuna de compartir maravillosos momentos.

    Tendremos ocasión de vernos, de verdad. Un besazo enorme para vosotras, y dadle a Juli otro de mi parte ;)

    Jose

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