Huele a goma quemada

El debate suscitado sobre si Webber tiene o no la calidad suficiente como para sentarse en un Red Bull, lleva camino de convertirse en un clásico.

Como conocéis de sobra, me he mostrado partidario de las órdenes de equipo numerosas veces, incluso cuando estaban prohibidas, y si el año pasado había que hacer algún esfuerzo para discriminarlas a la hora de concretar las opiniones, por fortuna, en 2011 no ha habido que hacer ninguno porque el escenario de convivencia entre pilotos (en sus respectivas escuderías) ha sido, y está siendo, mucho más diáfano, y a esa claridad hay que atenerse: Mark es el segundo de la austriaca y hay que aceptarlo, queramos o no, entre otras cosas porque Sebastian ha sido el vigente campeón del mundo durante 2011 y llevaba el dorsal número 1.

Bien, atendiendo a este encuadre, habría que ser muy ingenuo para no entender que al aussie le haya podido tocar bailar con la más fea para ayudar a su compañero dentro y fuera de la pista, y que en una competición dominada por la eficacia de los compuestos, haya sido precisamente en esta área donde más tangos ha tenido que arrastrar, santificando aquello de que ha tenido problemas para ajustarse a las Pirelli.

Datos no faltan, desde luego. En lo que llevamos de sesión, Webber acumula más entradas en boxes para cambiar gomas, que Vettel. Suele meterse antes, y aunque no sea costumbre, de vez en cuando monta compuestos más duros que los que montará más tarde su compañero. Como decía más arriba, sí, ante esta serie de circunstancias cabezonas, lo lógico resulta afirmar que a Mark se le han indigestado las gomas. Pero si el año pasado y el anterior todos coincidíamos en achacar a lo delicada de la aerodinámica del niño de Adrian el diferente comportamiento que ofrecían los Red Bull cuando corrían en cabeza o lo hacían en montonera, me temo que estamos ahora ante el mismo supuesto aunque presente diferentes aristas, porque Vettel, cuando no ha conseguido separarse del grueso de la manada en los primeros compases de una prueba, también ha sufrido lo suyo, tanto que se ha pedido cortésmente a Mark, desde el muro de la austriaca, que le diera aire o no le intranquilizara si lo tenía a tiro.

El Red Bull castiga mucho los neumáticos cuando no va cómodo, y lo pudimos ver el domingo pasado en India: ni con DRS fue capaz de pasar Webber a Fernando, porque tras algunas intentonas las gomas no daban para más (la séptima corta, con DRS, como excusa no me satisface), circunstancia de la que podríamos extrapolar que los compuestos del RB número 1 sufren menos y por tanto duran más, porque lisa y llanamente son sometidos a un menor esfuerzo dinámico, cuestión que explicaría de paso por qué Sebastian busca con el cuchillo entre los dientes estar en cabeza de lo antes posible.

No quiero entrar a defender el espectacular trabajo realizado por Webber el año pasado, ni abrir puertas al respecto de lo sencillo que resultaría convertir un Red Bull en un coche diferente cuando no en uno perfectamente inútil... Las Bridgestone de 2010 no tienen absolutamente nada que ver con las Pirelli de 2011, gracias Dios, y la respuesta del RB6 y el RB7, lógicamente, tienen que ser diferentes, pero quería reflexionar sobre ese punto en que ambos vehículos coinciden en comportarse mal cuando no llevan el viento de cara, porque a lo peor estamos cargando sobre las espaldas de Webber un problema que aqueja única y exclusivamente al diseño de su coche, que podría ser.

Os leo.