El más claro ejemplo de que este año no es necesaria tanta downforce como el pasado —entre otras cosas porque los Pirelli no son las Bridgestone—, aparecía en escena a primeros de temporada acuciado por graves problemas que poco a poco parecen haberse ido solucionando.
Acabamos de verlos volar sobre el asfalto de Monza esta mañana (los tiempos de esta tarde han sido superiores), y me han venido a la cabeza aquellas palabras que dedicó Adrian Newey tanto a Ferrari como a McLaren, menospreciando sus diseños como conservadores, y a pesar de que sólo ha pasado a la historia reciente la parte dispensada por el ingeniero británico a la máquina de Maranello, encerraba más veneno en la parte que tocaba a la de Woking, porque a su cuenta dijo textualmente: «McLaren ha trabajado mucho en los pontones laterales, que también son distintos aunque creo que es un cambio más visual que otra cosa.»
El caso es que el cambio más visual encerraba una golosina que ha permitido a McLaren acercarse lo suficiente a la austriaca, como para suponer en estos momentos la única alternativa fiable a su hegemonía.
El asunto tiene su aquél. El monoplaza que conducen Button y Hamilton es limpio de líneas, y a pesar de los sinsabores sufridos, ha mantenido casi intacta su identidad general durante lo que llevamos de sesión. Afilado de punta a rabo, muy horizontal de planteamiento, el alerón delantero estrenado en Valencia ha obrado el milagro de mantenerlo sujeto al suelo donde sujeta sus vehículos Red Bull, bajo la nariz, de manera que la zaga se ve por fin liberada de excesivas presiones y no destroza las gomas, porque este año la prioridad son los compuestos, por si no nos habíamos dado cuenta.
Con un agente tan estrafalario con papel estelar, lo suyo pasa por hacer desaparecer el coche para que moleste lo mínimo, pues las prestaciones, este año, dependen de esos volúmenes redondos y oscuros que soportan la cajita de cerrillas donde va sentado el piloto, y por supuesto, del funcionamiento uniforme de las suspensiones.
Para que nos entendamos. Imaginemos cuatro costaleros llevando a la carrera la imagen del Santo Patrón del pueblo por unas calles llenas de curvas y desniveles. El año pasado, los cuatro tipos encargados de llevar a San Perejil Nonato eran rudos aldeanos a los que bastaba con saber dónde comenzaba su carrera y dónde quedaba la iglesia, porque iban a llegar sí o sí, ¡por cojones!, como diría J&F, de manera que convenía que la imagen pesara lo suficiente como para que ninguno de ellos resbalara. Pero este año, en vez de aldeanos tenemos atletas y todo indica que llevan pinganillos para saber lo que hacen sus compañeros y claro está, la cosa ha cambiado mucho. Un peso excesivo los cansaría demasiado pronto, por lo que no ha quedado otra que hacer pasar a San Perejil Nonato por Naturhouse para que adelgace un poco, pero un monoplaza demasiado liviano acarrearía una más que posible pérdida de control...
Me dejo de chistes. Aerodinámicamente hablando, hacer desaparecer un objeto no es tan complicado como parece. Basta equilibrar el vehículo desde los cuatro puntos que tocan el suelo, para lo cual conviene que las suspensiones (los costaleros) estén íntimamente relacionadas, como andamos insinuando que ocurría en el RB6 [RB6 Enigma], y es que Adrian, siempre ¡jodido Adrian!, llegó de nuevo a entenderlo antes que nadie.
Por no alargar la cosa dejemos el asunto de hoy en que McLaren y su cambio más visual han salido respondones y que Monza, a priori, les viene que ni pintado a los coches británicos. Claras superficies de sustentación en la parte alta de la carrocería que contrarrestan la presión aerodinámica que se ejerce en el fondo plano en recta, y en curva rápida, entrada en acción el alerón delantero y los cuatro costaleros para que la downforce se aplique quirúrjicamente donde realmente hace falta.
En todo caso, quedan sólo unas horas para que salgamos de dudas.
Aunque sólo sea porque dentro de unos minutos me voy a la cama y así me llevo algo con lo que soñar, mañana el kers y el motor Ferrari (el nuevo, no el de hoy) van a poner a los tifosi (y a algun@ de nosotr@s) de pie ante el televisor.
ResponderEliminarY luego llega Hamilton y la lía...Je, je.
ResponderEliminarEn serio, McLaren superó a Ferrari. La asignatura pendiente de los italianos son los neumáticos.