Con esto de haberme embarcado desde hace unas semanas en la pequeña aventura de desmenuce del RB6, esperaba encontrarme con cualquier cosa menos con que el espíritu de la F1 sigue más vivo que nunca…
Y el caso es que casi sin querer aquí estamos, destripando un cacharro como críos pa'ver cómo funciona, porque en el fondo queremos saber incluso tolerando que llame Ley del Embudo al efecto teorizado primero y probado después por Giovanni Battista Venturi en el siglo XVIII (sí, él lo descubrió primero, siento admitirlo, pero que conste que Venturi llevaba ventaja porque era hombre de ciencia y yo soy más de letras).
Y aquí seguimos, queriendo acercarnos más y más a ese componente tan extraordinario que hace que los monoplazas resulten tan hermosos, haciendo yo de maestro de pueblo, de los de antes, que recurre lo mismo al huevo de gallina que a la vara de avellano para explicar que el mundo no es nuevo, como parece, sino que las maravillas de hoy recrean una y otra vez lo que otros antes que nosotros descubrieron en la parcela de universo que les tocó en suerte vivir.
Y aquí que viene nuestro deporte y nos enseña un músculo cultivado oficialmente durante 60 años, a los que podríamos añadir perfectamente los 44 que faltan para llegar a aquel primer Grand Prix que se celebró en Francia, tal que en 1906…
Disponemos de una larga historia, de una tradición inmensa jalonada de pequeños ejemplos de superación técnica cuyas sombras y reflejos aún podemos vislumbrar bajo la piel de los modernos vehículos de competición, pero que tocamos poco, que se toca poco, porque hay demasiado miedo a meter la pata y por tanto vende más enarbolar la supuesta magia de la innovación como coartada, que remangarse y aceptar que la imaginación que nos es común a los seres humanos ha llevado a un tipo como Newey a redescubrir las otras posibilidades que permite la utilización creativa de un simple embudo.
Reconozco que siempre me ha tocado los pelendengues que me cierren puertas, y lo cierto es que Bernie nos las está cerrando a los aficionados con esta concepción del deporte de uso exclusivo para un puñado de elegidos. La información técnica nos llega con cuentagotas y cada vez más sesgada (la otra también), y hay que armarse de valor para cotejar decenas de fotos antes de poder emitir una opinión algo razonada, aunque resulte una ida de olla, lo que supone un completo sinsentido pues nos deja a dos velas ante un deporte que atiende tanto a las máquinas como a los hombres que las conducen.
Tal vez todo esto sea un símbolo más de los nuevos tiempos que sufrimos en todas las esferas de nuestra cotidianidad, pero como decia al comienzo, con esto del RB6 by yo no esperaba encontrar tantas ganas de entender la parte mecánica de nuestra razón de ser automovilística, y menos en un lugar como éste, lo que me lleva a pensar que la afición es mucho más madura y muestra una actitud infinitamente más saludable de lo que piensan los de arriba.
Por mi parte, acepto lo que me toca del reto. Lo tengo fácil, no tengo miedo a meter la gamba y tenemos todo nuestro pasado por delante. Disponemos de 104 años de historia para buscar ejemplos que nos sirvan para llevar la contraria a los que piensan que es suficiente con cuatro imágenes de mierda donde mirar lo que pretenden que miremos exclusivamente.
Pues menos mal que eres de letras... aunque debes de ser de esos que encierran a un hombre de ciencias en su interior... Feliz año!!
ResponderEliminarBuenos días.
ResponderEliminarFeoamorir ;) Algo de eso hay, no lo niego XDDDDDDDDD ¡Feliz año para ti también! ;)
Un abrazo
Jose