La carretera

Con la que está cayendo ahí fuera. Con un gobierno británico que acaba de dejar en calzoncillos a Zapatero en aquello tan suyo de hacer recortes sociales, desdiciendo a los que afirman que existe otro camino más liviano para evitar el aliento de la bicha. Con una crisis que sigue dando dividendos a los que la generaron, de manera que es plausible pensar que hasta que no se harten no habrá manera de sacar la cabeza porque no ha habido narices para detenerlos. Con este apocalipsis caníbal de sesgo económico en que vivimos, como telón de fondo, viste lo apocalíptico como nunca ha vestido, y Bernie, que es consciente de que lo que viste vende, nos ha metido de lleno en la cultura más underground sirviéndonos un circuito de Corea que parece el decorado de Mad Max.

No ha sido la FIA la que ha dado el visto bueno a este engendro prematuro, casi nonato, no seamos tan ingenuos. Quien corta el bacalao es Ecclestone y ha tenido que ser él quien en última instancia ha dicho que sí, que vale el bodrio que tira a la cuneta esa imagen de excelencia que sirve para poner contra las cuerdas a Spa o a Mónaco cuando se tercia. Charlie ha sido el correo, y ni siquiera se puede recurrir a la suposición de que McLaren necesitaba que se celebrase la enésima cita inútil en Asia para mantener su chance en este campeonato, porque el riesgo es alto, ¡no jodamos!, ya que como no anden finos los de Woking, a lo peor el domingo vemos a Hamilton con un pedazo de asfalto sobre su MP4/25…

Lo ha mencionado Tilke: el circuito es nuevo y no ha sido estrenado, así que ofrecerá diferentes reacciones de viernes a sábado, y de sábado a domingo. Y si nos ponemos, apunto ahora yo, de domingo a lunes y de lunes a martes… Sintetizando, que el arquitecto oficial de todo esto se lava las manos por si las moscas.

Y el caso es que los pilotos se han mostrado ilusionados ante la apuesta que supone correr sobre esto que llaman circuito oficial homologado porque lo ha visitado Whiting y ha dicho que vale, y ya hay quien los está llamando nenazas, olvidando que nuestros nuevos héroes forman parte de la llamada Generación de la Playstation, y que si resulta adecuado compararlos con los gigantes de antaño por aquello de empequeñecerlos y hacerse unas gracias a su costa, cabe realizar el camino de vuelta comparando a los ídolos añejos con los supuestos cantamañanas que disfrutamos ahora mismo, más que nada, por imaginar qué ocurririría, cómo se le pondrían los pelos, si James Hunt, un ejemplo, tuviera que vérselas con un volante casi rectangular que contuviera un par de docenas de botoncitos de apariencia inocua…

¿Y Fangio y los de su generación, y los de la anterior o posterior?

No, sospecho que ninguno de ellos se habría atrevido a desmerecer lo que hacen un Trulli o un Senna, porque aunque no queramos o sepamos verlo, o reconocerlo, tiene un infinito mérito sentarse en un monoplaza que ha dejado de ser un vehículo que se conduce con una sencilla herramienta circular para convertirse en una especie de platillo volante que requiere del concurso de otras facultades, cuya aplicación resultaba inimaginable en los años 50, 60 o 70 del siglo pasado, para ser llevado por un trazado cualquiera desde que el semáforo se pone en verde hasta que el banderazo final dicta su sentencia.

Los tiempos han cambiado, tanto que un escenario que lo mismo habría servido para rodar The book of Eli o The road, va a servir este próximo domingo para que se celebre el G.P. de Corea, y si nuestros modernos héroes se sienten motivados por jugar un rato en el interior de Resident Evil, Halo, o Fallout 3, toca asumir que si no les entendemos es porque nos hemos hecho demasiado viejos.

Corea es el futuro, chicos y chicas: un circuito urbano sin ciudad (Hermann dixit), una prueba de nuestra fe en todo esto, un videojuego en 3D, un experimento, y por si fuera poco, un ¡a joderse! porque Bernie lo ha dicho...