The Fisherman’s King

Con el telón de fondo de un Gran Premio de Gran Bretaña en el que apenas disfrutamos de un puñado de adelantamientos —para colmo, uno que yo me sé, penalizado—, circunstancia que a mi modo de ver pone sobre el tapete, y de nuevo, el manido asunto de lo complicado que resulta adelantar a un contrario como éste no entre a boxes, se llame el circuito Silverstone, Montmeló o Valencia, quería haber otorgado hoy con gran pompa y boato el premio The Fisherman’s King a Robert Kubica, por considerar que ha sido el piloto que esta temporada ha cosechado mejores saldos en el noble y difícil arte de cobrar piezas en río revuelto.

No obstante, si hasta esta misma mañana el polaco era mi más firme candidato, el recuerdo nítido de cómo perdió la trucha en su pugna con Alonso me ha hecho recapacitar sobre si era el más adecuado.

No es por nada, pero la faena mal rematada del domingo desentonaba en el magnífico espectáculo televisivo que nos ofreció una cuidadosísima realización, que aunque por vaya usted a saber qué cosas nos hurtó sabrosos momentos, como la pérdida de fuelle de Hamilton frente a los Red Bull en la largada, o el toque fortuito que tuvo con Vettel, supo mostrar, cinematográficamente hablando, lo que puede dar de sí una carrera cuando está bien relatada, abundando para ello en planos bajos o a media altura, obtenidos con objetivos largos, en los que se intercalaban tomas generales o aéreas y las inevitables on-board, enfatizando de esta manera, y a mi modo de ver muy correctamente, la gesta automovilística, al implicar directamente al espectador en lo que se estaba cociendo sobre la pista.

Decía que tras cavilar un poco me lo he pensado dos veces y he decidido otorgarle el galardón a Jenson Button, porque el británico, aunque la segunda de mis alternativas, además de pescar como el de Cracovia, gracias a su magnífica montura y a sus indiscutibles habilidades para leer carreras complejas, está ahora mismo mojándole la oreja a su compañero Hamilton en la general de pilotos, lo que nunca puede ser considerado moco de pavo.

Es cierto que de aquí a que termine todo esto Button puede sufrir algún que otro incidente, como el que le apeó de pelear en Mónaco porque un habilidoso mecánico se había olvidado de quitar una tapita de nada (luego decimos de Ferrari), pero en líneas generales hay que reconocerle que está muy bien colocado para seguir apuntando alto y mantenerse, bien porque sabe aprovechar los errores y cautelas de sus rivales, bien porque hasta ahora ha gozado de la suerte que acompaña a los que arriesgan donde los demás titubean o tienden a cogérsela con papel de fumar, o bien porque ha gestionado a las mil maravillas cualquier ventaja obtenida, por nimia que esta fuera.

Por evitar que me llamen conspiranoico no he querido insinuar nada sobre el extraño desinfle sufrido por el vehículo número 1 en la calificación del pasado sábado, como tampoco preguntar por quién coño es el que decide poner las cámaras tan altas y alejadas de la pista en algunos trazados, hasta el punto de que las carreras celebradas en ellos parecen «una de scalextric» o un truño indigesto para los no avisados (¿Valencia?), ya que sólo apuesto por Button como firme candidato al título si en McLaren le respetan un poco, porque nadie como él para sacar provecho de las oportunidades que le vienen de cara, como ocurrió en Australia y China, y aún de las no tan favorables, pues sabe minimizar los daños colaterales rebañando los puntos que los demás no saben defender o van dejando olvidados sobre el asfalto.

Sin duda Jenson Button se merece el The Fisherman’s King que le otorgo desde ya mismo por sus notables méritos, hoy, recién atravesado el ecuador de la temporada 2010, por lo que ruego un sonoro aplauso para el macizo piloto británico de pelo rubio y ojos claros.