Allegretto

La vida está llena de asuntos sencillos de una belleza indescriptible, pero no nos engañemos, reconocerla supone riesgo claro de desmerecer en público. Así, toda vez que impera un buenismo inocuo que impide llamar las cosas por su verdadero nombre en pos de cumplir con los corsés que impone ferozmente lo políticamente correcto, todo pasa por ser precioso porque decir lo contrario queda excesivamente feo. Yo prefiero ser sincero.

En lo nuestro es palpable que gobierna un ambiente asfixiante que ensalza las idioteces más grotescas siempre y cuando vengan envueltas en papel de regalo, mientras relega al rincón más oscuro hechos o actitudes que deberían ser destacados, y que no lo son sencillamente porque resultan poco rentables en términos de imagen, cuestión que me resulta de capital importancia para comprender cómo Bernie y los de su cuerda han logrado componer, a lo largo y ancho de esta última década, un pentagrama en el cual la totalidad de las notas parecen gozar de una nobleza extraordinaria.

He leído esta tarde a Speeder comentar en Continental Circus que las maniobras que han servido de alimento a la infinidad de líneas y líneas conque se ha regado Internet estos últimos días «nos anos 90 nem levantariam ondas», y razón que lleva, aunque cabe decir que hace quince años la F1 todavía vendía fundamentalmente tabaco, y por tanto necesitaba apoyarse en la hombría y virilidad de los pilotos, mientras que ahora lleva a sus lomos la obligación de hacer tragar al consumidor con bonos a medida, cuentas corrientes, o alta tecnología responsable con el medio ambiente…

¿Nuevos tiempos, o el de siempre con diferente collar?

Obviamente me decanto por la segunda opción, porque gracias a Dios sigue habiendo borrones en esta moderna sinfonía que nos recuerdan que ante todo la F1 sigue siendo un deporte que cobija tipos a los que la sangre que llevan dentro les hierve como al común de los mortales, incluso aunque compartan escudería, y que nadie vea aquí un intento de defensa preventiva, porque ahora que las voces que reclamaban acusación sobre el asturiano ya se han atenuado, puedo decir bien alto que las maniobras de entrada a boxes protagonizadas por Lewis Hamilton y Fernando Alonso, con Sebastian Vettel y Felipe Massa como víctimas, me parecieron ambas innecesariamente rudas aunque en ningún caso punibles, y como aficionado las encontré sumamente hermosas.

¿Y cómo encaja en todo esto el campeón mundial de 2008? Sencillo, Lewis es borrón de los buenos, que sin embargo se cree corchea escrita en primera intención por Mozart o Beethoven.

Os leo.