Dahlstrom y Fuxe

Las dos eminencias mencionadas más arriba describieron nueve grupos de células que contienen serotonina, pero se olvidaron de la renovada Renault. Bien, vale, la escudería donde milita actualmente Fernando Alonso no es una célula, ni nada por el estilo, pero cabe reconocer que hay algo en ella que la convierte en manantial de felicidad desde que Flavio, Pat y Nelsinho han desaparecido de sus inmediaciones.

Como es sabido, y científicamente conocido por probado, que la serotonina es la hormona indispensable para alcanzar el placer, y que éste lleva a la felicidad, he encarrilado esta entrada buscando un hilo que resultara fácil de enteder, porque a pesar de que en el pasado G.P. de Japón los ornitorrincos galos se arrastraron con parsimonia anglosajona por el asfalto japonés y el Nano apura sus últimos meses en el equipo ante su inminente marcha a la italiana Ferrari, están en Enstone que parece que les ha tocado la lotería, y no hay más que ver las caras del personal. Bien, de acuerdo, la escudería está salvada con vistas a la temporada que viene, el Nano parece comprometido en el desarrollo del vehículo del año próximo, y acabamos de conocer que Robert Kubica recogerá el testigo dejado por el asturiano…

Dicho lo cual, y a pesar de no haber dado ni una en las previsiones que tuve a bien compartir con vosotros, o tal vez por ello, el futuro de Renault en el interior de la F1 se me antoja bastante negro, y contrario por tanto a la alegría, ahora que sabemos que Red Bull posiblemente optará por incorporar los propulsores Mercedes-Benz en 2010, abandonando así su relación con la marca francesa, y que el concepto que tiene Don Carlos Ghosn de asumir riesgos pasa por hacerlo donde más apoyos públicos le den —esta forma de entender el capitalismo con ayuda del contribuyente me tiene un poco descolocado, lo reconozco, y eso que pensaba que andaba de vuelta de algunas cosas—.

Por todo esto, me parece que el futuro inmediato de La Régie debería pintar pelín oscuro, porque sin patrocinadores conocidos, o con anunciantes del estilo de ING o Mutua Madrileña en el mejor de los casos, Renault seguiría necesitando de un compromiso por parte de la casa matriz que de seguir así las cosas se vendría a sustantivar de la misma manera que ha venido haciéndolo hasta el momento, o sea, de poquito en poquito, lo que me lleva a pensar, que a lo sumo, la marca continuaría renqueando por los circuitos como lo ha hecho en la época postrera de Flavio Briatore.

Obviamente, hay alegría en el seno del equipo, y la incorporación de esta variable hace que me muestre más cauto en mis nuevas aventuras en las inexcrutables entrañas del mañana, o los mañanas, como diría el poeta, de forma que barrunto que hay gato encerrado. Bien, lo admito, tengo miedo de mojarme, porque si Renault no es una célula productora de serotonina, razón por la cual Dahlstrom y Fuxe no dieron con ella ni la tipificaron, a lo mejor la comprensión del concepto apuesta firme por la F1 que tiene Don Carlos Ghosn pasa porque Don Nicolas Sarkozy le eche una mano tirando de sus múltiples contactos, por el bien de Francia desde luego —la manera que tiene el presidente galo de entender el libre mercado y el papel del Estado no intervencionista jamás me han descolocado—, lo que explicaría que haya tanta felicidad suelta.

Así que si me lo permitís, aunque intuyo por dónde podría despuntar la cosa, esta vez me sentaré a esperar acontecimientos antes de posicionarme, no sea que vuelva a meter la pata.

Os leo.