Ven y critícame

Hoy no voy de buen rollo, aviso. No callarme me ha granjeado demasiados disgustos y a pesar de ello hay momentos en que el cuerpo me pide guerra, y hoy es uno de ellos. Ya en mi época universitaria, mi profesora de Historia del Arte de tercero, delató el poco vuelo de mis aspiraciones vitales diciéndome que si no me andaba con ojo iba a ser carne de cañón. Era un halago, y también una sentencia que se ha ido certificando con el paso de los años, ¡en fin!

Esta tarde se preveía mucha tranquilidad y he andado picoteando por aquí y por allá, y he recalado en Box 27, el blog de Carlos Miquel, y como de costumbre me he encontrado con la misma gentuza que parece haber dictado orden de busca y captura sobre su persona sin cejar en un empeño destructor que adquiere ribetes neofascistas, porque fascista es ampararse en la libertad de expresión para cerrarle la boca a quien no piensa como tú (como ellos, en este caso).

Bien sabéis que Miquel me gusta, aquí mismo le he dedicado algunas entradas y me he quejado del triste devenir de un profesional que me parece malgastado y desgastado por las circunstancias, y al que lisa y llanamente no se le deja hablar, ni recular, ni cambiar, porque haga lo que haga siempre estará mal hecho, porque dice lo que piensa, y que por ello ha cometido algún error de percepción que incluso puede ser considerado grave (a mí no me lo parece tanto)… Alguno de vosotros me ha recriminado que el enlace a su blog siguiera aquí, en Nurburgring, y recuerdo haberme defendido diciendo que lo mantenía a la espera de que el periodista al que he admirado y admiro volviera. También he admitido en público que no lo leo como antes, pero desde ahora volveré a hacerlo, porque lo que le están haciendo no tiene nombre, lo están machacando y aunque empiezo a dudar de que la asfixia a la que le están sometiendo no termine por destrozarlo, prefiero pensar que todavía hay tiempo para que siga compartiendo con nosotros todo lo que sabe, incluso sus desvaríos.

La semana pasada le tocaba a Charly Barazal, y a pesar de que ejemplos no faltan, sé de qué hablo porque lo he vivido en propias carnes, no aquí, desde luego, y permitidme que no me extienda. De todas formas ¿tan complicado resulta entender que una opinión es una opinión; que si no te gusta lo que opina el otro con no leerlo basta; y que si quieres contestar, intervenir o rebatir, resulta más productivo hacerlo en positivo que yendo a romper? Pues no, los impunes de siempre no sólo están empeñados en que dejes de pensar como piensas, sino que pretenden que pienses como ellos. ¡Tela!

Desconozco si Carlos llegará a leer esta entrada, pero si lo hace le invitaría a que se sumara a cantar conmigo la estrofa principal de la canción «Ven y critícame» de Calle 13, que en momentos como estos hace más llevadero lo de ser un dorsicano solitario, y supone un buen chute de autoestima. Dice así:

«Ven y critícame, yo soy asi. Yo soy así, ¡pues porque sí! Y así nací así; me crié así; me vo' ha morir así. ¡Oh sí! Ven y critícame, yo soy asi. Yo soy así, ¡pues porque sí! Y así nací así; me crié así; me vo' ha morir así. ¡Oh sí!»

Pues eso.