¡Vaya semanita!

Lo malo de ser autónomo (que lo soy, y a mucha honra) es que cuando coges una gripe piensas que es un catarro por aquello de seguir dale que dale. Lo peor es que por mucho que te empeñes, la gripe tiende a ser gripe así la llames constipado, y si no la cuidas (no lo he hecho), y sigues con el dale que dale, acabas por terminar hecho unos puñeteros zorros, y con el agravante de que lo que podía haber sido remediado con uno o dos días de reposo, se convierte en casi cinco días de andar tirado, moqueando, tosiendo, con un dolor de cabeza de no menearse, y con el ánimo por los suelos.

Vaya por delante que no soy demasiado pupas, vamos, que soy de los que caen una vez cada tres o cuatro años, por término medio, pero esta vez lo he hecho, y ¡de qué manera! A lo que iba. Esta semana pasada me he quedado sin gasolina, y eso que la cosa iba bastante bien.

Pero como no hay mal que por bien no venga, me he ahorrado tener que hablar de la cantidad de tonterías que ha vertido el hijo de Anthony Hamilton, por ejemplo. O de la inmundicia que rodea a una F1 que pretende ir de ecológica reduciendo gastos en idioteces —al diablo se le ocurre insinuar que Ferrari pueda correr con un motor Toyota (es un suponer) porque sale más barato—, mientras se gasta la misma gasolina que se consume en una temporada, en iluminar el trazado de Singapur. O de la pesadez de Bernie Ecclestone con lo de iluminarnos el deporte (el trazado de Canadá no es que fuera de mis preferidos, pero cambiarlo por el de Abu Dhabi, y de noche, me parece una soplapollez, y más cuando Silverstone o Magny-Cours están todavía en la cuerda floja). O de la tontuna testarudez de nuestra prensa, que se empeña siempre en resaltar las bobadas y dejarse lo importante en el tintero (el Nano había cerrado la puerta a BMW, no al contrario).

También es verdad que me habría gustado hablar de cosas que no he podido. Por ejemplo, de Nick Heidfeld, que mal que les pese a algunos, esta temporada no lo ha hecho tan mal, y que de suyo ésta era una razón suficiente como para haberle renovado. Es cierto que al alemán lo encontré bajo de forma el año pasado, pero también lo es que ésta ha mejorado su rendimiento, y que está recorriendo dignamente el último tramo de su carrera. Y convendría que recordáramos que es padre de dos criaturas, y que el pequeño Joda nació el año pasado, y que a Enzo Ferrari no le gustaban los pilotos que tenían hijos porque consideraba que perdían punch. Sea como fuere, me alegro por Nick, y más ahora que nuestro Fernando tiene menos posibilidades de ver su alerón trasero.

En otro orden de cosas, acabo de enterarme de que la FIA ha descongelado la mejora de los motores, con lo que el año que viene podremos asistir a una competición con una más que posible y clara tendencia nipona (¡ya va siendo hora!), y me congratulo, porque esta temporada está resultando la más mediocre de las dos últimas décadas, y es que en los equipos punteros se aglutinan la mayor cantidad de mantas que recuerdo.

No me queda mucho más que decir, salvo que he matado el rato recorriendo el viejo Nürburgring en la Playstation con mi Fiat 500, y que os agradezco a todos que sigáis estando ahí.

¡Ah, y antes de que se me olvide!, ahora que con el dinero de todos se ha decidido salvar a la banca que tanto ha hecho por nosotros en los últimos tiempos, recordad que aunque no sirva de nada, podéis acercaros a la ventanilla y recordarles que una parte de su puto culo os pertenece; y pediría a los que tengáis algo con el Santader Central Hispano, que por el favor que les habéis hecho, podéis incluso pedir que Don Emilio Botín se deje de sponsorizar al hijo de Anthony Hamilton y se aplique en mover su trasero por alguno de nuestros pilotos, que además de buenos los tenemos a patadas.

Os leo. Y hacedme caso: vacunaros.