La aleta de tiburón

Lo que son las cosas, hasta en tres ocasiones he mencionado en este blog el extraño apéndice que llevaba en el capot el fallido MP4/10 de 1995, primer McLaren propulsado por un motor Mercedes. 

Y lo de menos es mi acierto cuando estos días estamos leyendo y escuchando a troche y moche que el supuesto invento de Red Bull se ha impuesto en la parrilla, toda vez que ha comenzado a aplicarlo McLaren en su MP4/23, y ya lo utilizan Toro Rosso, Force India y Renault; y digo que es lo de menos porque como buen coleccionista de miniaturas que soy, con tendencia expresa a las rarezas (a ver si algún día me animo a deleitaros con la cantidad de vehículos que experimentaron con las 6 ruedas, además del Tyrrell P34), mi ventaja en este campo viene a ser como la del hijo de Anthony Hamilton bajo la lluvia: pan comido, amén de tramposa.

Ya hablé hace un tiempo [Cuando Senna y Mansell llevaban txapela] de lo mucho que ha cambiado el panorama informativo que nos atañe, y que bajo mi humilde prisma lo ha hecho a mejor. Y aprovechando esta nueva muestra de las carencias de nuestros profesionales de la información (falta de solidez lo llamarían algunos, aunque no es cuestión de ofender), quiero reiterar lo dicho en su momento, pues a pesar de las negras apariencias, vivimos una época dorada en la que además de los canales oficiales o rutinarios de información, hay lugar para otros, en realidad para muchos otros, donde simples y anónimos aficionados ponen abundantes puntos sobre las íes desde sus blogs, listas de correo o foros, ayudando a perfilar contenidos que sin su estimable concurso, para el común de los mortales podrían resultar inalcanzables.

Dicho esto, habría bastado mirar hacia atrás en cuanto apareció el extraño aditamento sobre el capot motor del RB4, por si se podía observar algún ejemplo similar en el pasado, para encontrarse de cara con el McLaren MP4/10 de 1995. No es importante, tarde o temprano algún columnista o comentarista encontrará el hilo adecuado y se hará público lo obvio.

Y para terminar, también quiero aprovechar la vertiente molona de este momento de gloria para compartir con vosotros el orgullo que siento, porque por encima de todo, somos nosotros, la base, la afición a pie de calle, la que hace grande a este deporte, ya que a la vista está que quien debería conocer a fondo la F1 se conforma con ver la aleta y gritar ¡tiburón!, sin entrar a explicar si corresponde a un marrajo, a un tigre, a un nodriza o a un tiburón ballena.