Contradiciendo la máxima que establece que los equipos que cuentan son los que tienen una gran marca detrás, este año me están gustando mucho cómo están llevando las cosas los equipos mal llamados privados. Si ya he mostrado mis preferencias por Williams, ahora le toca el turno a Red Bull.
A diferencia de otros años, éste, Red Bull ha primado la solvencia de su monoplaza en vez del espectáculo. La ausencia del control de tracción ha tenido mucho que ver, sin duda, en el radical cambio de filosofía que ha planteado el equipo de diseño, con Adrian Newey a la cabeza, para el nuevo vehículo, logrando un buen equilibrio entre la velocidad punta y la respuesta promediada en todo tipo de situaciones. Así, el RB4, aunque muestra el aspecto más estridente de la parrilla, con una especie de aleta de tiburón sobre el capot trasero, que rescata tendencias aerodinámicas del pasado, ha resultado bastante sólido y eficiente en todas las pruebas realizadas.
Si el coche al que sustituye era relativamente veloz en calificación y en algunos momentos puntuales de las carreras, a pesar de su poca consistencia mecánica, el RB4 parece haber logrado solucionar lo relativo a la fiabilidad, ganando en equilibrio y demostrando que en las tandas largas se defiende bien. Propulsado por el mismo motor RS27 que equipa la casa madre, aunque en modo cliente, la potencia y versatilidad están bastante aseguradas, por lo que no resulta descabellado pensar que está en disposición de poder luchar por lugares cercanos al podio.
Por si fuera poco, este año repiten David Coulthard y Mark Webber en sus respectivos volantes, lo que supone un grado extra de estabilidad en un momento en que toca demostrar ya que el equipo está maduro y busca ganar carreras o alcanzar buenos puestos, con la cabeza sobre los hombros, no como un mero ejercicio publicitario vacío de contenido deportivo. Sin duda el escocés sabrá sacar mejor provecho de la oportunidad que le brinda el renovado RB4. Experimentado, frío y calculador, buscará aguarle la fiesta a más de un contrincante en cuanto tenga una mínima posibilidad de hacerlo (ya lo ha hecho en pasadas ocasiones y con peores coches). Así las cosas, Red Bull está en posición de dar más de una sorpresa este año.
Lo dicho, Red Bull se encuentra en el punto idóneo para comenzar a presentar batalla. Dispone de un vehículo competitivo y fiable, alrededor del cual trabaja un equipo que ha logrado la estabilidad tras años de titubeos, y que ha comprendido que en F1 sólo se puede estar para ganar carreras, o al menos para intentarlo.
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