El día que incorporemos los ingredientes política y negocio a la valoración deportiva de las carreras, nos habremos hecho adultos como afición. Hasta que ese momento llegue, tendremos que conformarnos con hablar de economía, trapicheos y coincidencias, con la boca pequeña, sin que se note demasiado, mientras que al término de las pruebas la abriremos bien amplia para que nos quepan los incontables héroes y hazañas con que disfrazamos nuestras miserias cuando nos miramos al espejo.
Somos demasiados los que asumimos que con el actual reglamento deportivo en la mano, muchas de las gestas que nutren las páginas más hermosas de nuestra historia como deporte ni siquiera existirían. Pero ni por esas.
En Nürburgring 1957, por ejemplo, Hawthorn y Collins tendrían que haber parado al menos una vez para cambiar sus gomas Englebert, y, sin duda, la magia que materializó Fangio en aquel Gran Premio se habría ido al garete.
A Emerson Fittipaldi no le habrían dejado ganar en Montjuic (1973) porque corrió las últimas vueltas con un neumático pinchado. James Hunt sería un tipo sobrevalorado que ganó un Mundial y se deshizo después, como dicen que le ocurre ahora a Kimi. Gilles Villeneuve seguramente ni nos sonaría, ya que sus peripecias en pista habrían durado muy poco, pues con tantas penalizaciones en forma de segundos, de drive-throughs o de puntos en el carné como habría recibido, difícilmente habría sacado la cabeza frente a sus rivales. Nigel Mansell habría sido tratado de idiota por empujar su coche hasta la meta porque eso ya no se puede hacer. Donnington Park 1993 habría arrancado bajo régimen de Safety Car...
El mundo no es como nos gusta y sufrimos de pareidolia recurrente con tal de que nos acabe molando. Y de ahí no salimos.
Hoy continúa la ronda de mamporros sobre Nico Rosberg, esta vez justificados en la figura de Max Verstappen. Un excelentísimo Max Verstappen, un chaval que es un fenómeno se mire como se mire, pero que al fin y al cabo, también es el primer piloto de la escudería llamada a inquietar a Mercedes AMG porque Bernie se ha cansado de esperar a Ferrari.
¿He dicho primer piloto? Disculpadme, es una de esas cosas que me dicen que no diga y que a veces se me escapan.
Pero a lo que vamos, en tanto que el periodismo foráneo y patrio sigue entretenido en sus cosas, han sucedido tres circunstancias que han coincidido en el tiempo: Max era ascendido a Red Bull en detrimento de Daniil Kvyat, y su compatriota, la multinacional holandesa Heineken, se convertía en patrocinador global para la Fórmula 1 y quizás en algo más que también tiene que ver con Milton Keynes [Heineken set for tie-up with two Formula 1 teams]. Mientras tanto, Pirelli ha endurecido aún más sus compuestos en cada prueba a base de mayor presión y camber menos agudo.
A los más viejos de este lugar seguro que les suena todo esto.
Red Bull amenazaba el año pasado con irse porque había venido a la F1 para vencer, no para perder dinero. Lo de Verstappen es de finales de abril. Lo de Heineken de poquito después. La noticia de Autosport se corresponde a mediados de junio y el resurgir de la austriaca en los circuitos a nuestra rabiosa actualidad... La de Mateschitz se queda, ¡como para no quedarse!
Desde 2010 a esta parte he hablado tanto de la incidencia de unas gomas duras en un vehículo que depende más de su chasis y aerodinámica que de su motor, que da un poquito de pereza recordarlo. Pero lo repito porque cuando me pongan del revés por haber escrito estas líneas en apariencia tan desagradecidas para con el ídolo emergente, quiero mantener la cabeza alta ante las pedradas mientras los demás se entretienen valorando si sobran o no los pilotos mayores en la parrilla, o tasando si Wehrlein o Vandoorne, o Sáinz, podrían hacer lo mismo que el hijo de Jos a los mandos de un RB12 sobre el que me juego el cuello, a que no sería idéntico al que conduce Max.
Antes, en ese pretérito pluscuamperfecto que miramos tanto, bastaban unas buenas manos al volante para labrarse un futuro en la máxima disciplina. Desgraciadamente, hoy hacen falta además de manos, al menos la alineación de dos o tres astros y un terremoto en el paddock.
Os leo.
Negocio e intereses aparte, el chaval esta firmando unas carreras impresionantes en Toro Rosso y en Red Bull. Destila calidad a raudales.
ResponderEliminarEstoy hasta arriba de Max y Lewis por todos lados (versión Fórmula 1 del CR7-Messi futbolístico). Y por ende estoy hasta arriba de la Fórmula 1 actual.
ResponderEliminarEl interés por esto va decreciendo de forma galopante en mí según pasan los días, las semanas y los meses. Un campeonato en el que ya sabes de antemano el campeón pues la verdad ningún interés tiene para mí. Y así llevamos ya tres años sumados a los otros cuatro anteriores.
Estoy no hay quien se lo trague.
King Crimson
Pero, ¿y Carlos? Ahora que no tiene al lado a Max ha desaparecido su "mala suerte" y puntúa carrera sí, carrera también. ¿Casualidad?
ResponderEliminarNo lo creo, simplemente por fin le han dado rol de number one y demostrar su calidad. La misma calidad que nos ocultaron para que brillara "el elegido".
La F1 no es un deporte, ¡frase dicha hace ya diez años!
Abrazotes
Cuando te indignas o te enfadas escribes mucho mejor. Este texto es de lo mejor de los últimos tiempos.
ResponderEliminarSaludos
Totalmente de acuerdo con King Crimson
ResponderEliminarLa apatía hacia este 'deporte' crece de manera exponencial; ya casi ni me apena perderme las carreras... Lástima!
Suscribo el comentario de Tadeo.
ResponderEliminarQue bueno cuando se llaman las cosas por su nombre.
Saludos a ti y a todos los foreros.