viernes, 4 de noviembre de 2016

Espumas de realismo


Cuando el pesimismo vale lo mismo para un roto que un descosido, es que ni es pesimismo ni es nada.

En fin, a cuenta de la entrada de ayer [Preparad la vaselina], texto que por otro lado forma parte de mi discurso habitual, para qué vamos a engañarnos, hay quien insiste en acusarme de pesimista quizás por desconocimiento de lo que realmente significa el término pesimismo, o bien por evitarse el trago de mirar la Fórmula 1 tal cual es y aceptar que no es acreedora que digamos a muchas idealizaciones.

Y aquí está el quid, si me lo permitís: siempre resulta más cómodo idealizar el pasado y el futuro, que mirar de tú a tú al presente, ejercicio que, dicho de paso, también tiene su ángel; eso sí, un ángel mucho menos fardón que el que permite a los demás prosperar en la vida entre miradas de envidia, porque lo que es a uno, a mi en este caso, sólo me sirve para que me llamen de todo en cuanto me descuido.

La vida es así, no la vamos a cambiar, como a mi Felipe, de forma que aunque sorprenda, os diré que me considero un profundo realista —a mi manera, obviamente—, y que me gusta disfrutar de nuestro deporte procurando no escuchar demasiados cantos de sirena ni verme obligado a soportarlo echando la vista a atrás, buscando referencias que a estas alturas de la película no sirven para nada. Para absolutamente nada.

No es que no haya que tener presente lo que llevamos en la mochila cuando vemos Fórmula 1. Son muchas las referencias que encontramos en ella, pero demasiado pocas las que sirven a nuestro contexto. Y me merece la pena resaltar este matiz al menos una vez más —no he hablado de ello ni nada—: cada reglamento define una etapa diferente de nuestro deporte, y eso lastra mucho el valor de las comparaciones.

Hace nada, Lewis Hamilton conseguía su quincuagésima victoria en F1 (en Austin), equiparándose a un notable como Alain Prost y quedando a tan sólo 41 del gran Michael Schumacher. Con el triunfo en México, el británico ya ha superado al francés... Pero, más allá de los números, ¿podemos sacar algo en claro? ¿En serio?

Os decía más arriba que me considero realista porque procuro hacerme las ilusiones justas. En el ejemplo de antes, entre las vidas profesionales de Alain y de Lewis podíamos establecer tantos inconvenientes que harían inviable cualquier comparación, que me haría falta el espacio que ofrecen dos tomos de la Enciclopedia Espasa para relatarlos todos. Pero no voy a ser cicatero y me voy a centrar en un par de ellos: Prost disfruta de un coche dominador en 1988 (MP4/4), y Hamilton de tres en 3 años consecutivos (W05, W06 y W07; 2014 a 2016); y en la época que conducía el galo el piloto importaba mucho y corría continuo riesgo de matarse, y ahora, dicen los expertos que la importacia del hombre es mucho menor y la seguridad que lo rodea, infinitamente mayor.

Tampoco estoy diciendo que el de Tewin no merezca lo que tiene, pero sí reclamo un poquito de por favor a la hora de entender que es hijo de una etapa de nuestro deporte, en la cual, salvo Rosberg (su compañero), los rivales están maniatados porque ni hay entrenamientos ni margen de reacción a la hora de evolucionar. Tienes un pepino y arrasas, punto pelota.

Y el caso es que llevamos siete años con este escenario a cuestas, concretamente de 2010 a 2016, y ya hemos vivido dos etapas de dominación absoluta en tan corto espacio de tiempo: Red Bull de 2010 a 2013, y Mercedes AMG de 2014 a 2016.

Y puesto que el reglamento 2017 cambia muchas cosas pero no atiende a que para competir se haga necesario entrenar o meter horas por si así hay manera de pillar a quien lo está haciendo mejor, y para colmo persevera en depositar todas sus esperanzas de espectáculo en un proveedor único de neumáticos que genera más contratiempos que soluciones, mis cuentas me dicen que no hay razones para ser optimista, ni para idealizar un mañana que, mal que queramos, sigue apuntando al mismo Norte que en 2009 y cuya filosofía, ya hemos comprobado cómo ha resultado de negativa para el deporte.

Os leo.

2 comentarios:

Josemi dijo...

Mucha razón tienes. Yo creo que el lema extraoficial de la formula 1 es "con buena polla bien se jode". Ya no es que un Manor no pueda ganar, es que vemos que ni teniendo el 2º mejor coche puedes ganar en ninguna parte, salvo desgracia de los 2 pilotos que tienen el pepino.

Un poco off topic, pero se ha hecho publico las conversaciones completas en la ultima vuelta.

https://curvonef1.wordpress.com/2016/11/04/la-radio-en-las-3-ultimas-vueltas/

Yo disculpo a Vettel, es muy duro ver como te están robando en tus propias narices, y el no está acostumbrado.

Pero hay que quedarse con la frase de ese hombre cabal que es Riccardo: esto es un mierda

brutus dijo...

Un pesimista es un optimista bien informado