lunes, 14 de diciembre de 2015

Los ricos también lloran


Se nos acaba el año y va siendo menester hacer el tradicional repaso a la parrilla. 

Este año no he hecho crónicas de cada Gran Premio —en el sentido que le damos los aficionados a eso de hacerlas—, y la verdad es que no me arrepiento. Después de cada cita del Mundial surgen como setas en otoño y sinceramente, me parece contraproducente incidir en un relato más o menos acertado, de las cosas y acaecidos que hemos visto por la tele o a través de la pantalla del ordenador.

Es una actitud totalmente personal. Hay gente que se las curra endemoniadamente bien y que tiene acceso inmediato al material gráfico de soporte, leerla es siempre un lujo. Luego, está Charly Barazal...

Pero a lo que iba, que no es otra cosa que si bien hacer crónicas ha terminado por cansarme, eso de hacer un repasito a las escuderías y sus coches a comienzos y final de la campaña, me sigue entreteniendo.

Recuerdo que en 2010, cuando nadie estaba tan loco como yo, me atreví incluso a pormenorizar uno a uno, a cada equipo después de cada prueba. Pero claro, en aquella época, la información que estaba a disposición del aficionado medio era infinitamente mayor que ahora. Ya habían llegado las mamparas, el celo porque nadie viera nada, y los mecánicos de Red Bull comenzaban a formar murallas humanas, pero aún así, se podía intentar, ya me entendéis.

Un poco antes, en 2009, cuando la bloguería de entonces todavía contaba con el incomparable apoyo de la página web Efecto suelo de Jors y su tropa, me vino la idea de incorporar a mis análisis el factor de los presupuestos económicos, quizá por desmarcarme de la corriente generalista. Estos se acababan más pronto que tarde, sobre todo en Renault, que era donde militaba el Nano, y su incidencia ayudaba a entender por qué sucedían ciertas cosas en la de Enstone, y también en el resto de sus rivales.

El asunto ha empeorado hasta límites insospechados, y sé perfectamente que no descubro nada. El nivel de calderilla en las arcas de cada equipo manda mucho más de lo aconsejable, sin duda, mucho más de lo que me gustaría a mí, lo que sumado a que la información con enjundia viene ahora en tarritos monodosis, hace que los análisis se hayan convertido en complejos ejercicios de funambulismo. 

Sea como fuere, se abandonan las temporadas, deportivamente hablando, con tal de hacer que los presupuestos de un año sirvan también para el siguiente, o se aparcan evoluciones porque a ver quién es el guapo que se la juega para tener que dar luego explicaciones a los consejos de administración, etcétera.

En fin, quería decir con todo esto que la economía está ahí, aunque no la veamos cada domingo de carrera, ni por supuesto, forme parte de las estrategias. Así que en cuanto me meta en faena, intentaré explicar por qué los ricos también lloran, que visto lo visto, no va a resultar nada fácil.

Os leo.

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