viernes, 26 de junio de 2015

Ahora es que no


Si no tuviéramos a mano ese sainete que responde al nombre de Unión Europea, resultaría incluso inexplicable que un conjunto de seres humanos hechos y derechos, que diría mi abuela, pudiesen haber alumbrado un bodrio monumental que precisa de varios másteres en comprensión lectora para ser desentrañado.

Pero ahí tenemos ese Arca de Noé que iba a salvar a los europeos del diluvio, que buscando una alianza provechosa para todos sus miembros, a día de hoy trata de deshacerse de alguno de ellos porque el estado del bienestar sólo se ve capaz de satisfacer a esa cosa perversa que conocemos como «mercados», y claro está, lo de la Fórmula 1 parece cosa de chiquillos.

Antiguamente, aunque bárbara, la cosa era sumamente sencilla: cumplías doce o trece años, y la tribu te daba una lanza para que te enfrentaras a un león diciéndote aquello de: ¡hala, vete a buscarte la vida! Si no volvías se olvidaban de ti y si lo hacías, entonces sí, entonces tenías algún que otro derecho, como el de ir a la guerra. Si sobrevivías a ésta, te respetaban y todo, y si por fortuna llegabas a viejo, te daban un puesto en el consejo de ancianos.

Obviamente, esto siempre ha sido cosa de chicos —a lo de prosperar en el ecosistema social me refiero—. Las chicas bastante tenían con ponerse guapas y empezar a parir temprano tiarrones de pelo en pecho, que se enfrentarían en su pubertad a un león y luego, en plena juventud, a una o dos guerras con las tribus enemigas. Y después, si la fortuna les sonreía y eso, al paso del tiempo... Igualito que ocurre en la Fórmula 1 y para qué vamos a engañarnos, en la vida toa, toíta toa, que diría Jesulín, porque hay que ver lo poco que valemos en cuanto pasamos de los cuarenta las rubias, las morenas, las pelirrojas, las teñidas y los artistas...

Y es que hay cosas que no cambian, y en lo nuestro no iba a ser distinto. Total, que nos ha salido el jefe de su choza y nos ha dicho poco menos que somos gilipollas. Por creer en el orden de las cosas y en el mantra del espectáculo, por entender que en eso de disfrutar de derechos o no tiene algo que ver llevar un colgajillo de carne en la entrepierna, y porque a ver, la culpa siempre es de la plebe, que no entiende nada por más que se lo explican.

Total, que ante las miserias que asuelan nuestro deporte, Todt se ha materializado para contarnos que en 1993 también había que pelear con los frenos y el consumo de gasolina. Instante en que a mí me ha dado por pedir que me den una lanza y me digan dónde coño anda el león, porque para este viaje no hacían falta alforjas.

Luego si eso, ya me como dos guerras o tres refriegas y me busco la vida hasta llegar a viejo para que me quieran. ¡Nos ha jodido!

Os leo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Afogutu vuelve a la aldea antes de lo previsto por culpa de la escasez de rinocerontes...

Un saludo a Jose y a todos.

ABB