miércoles, 18 de junio de 2014

Alameda de los pasos perdidos


Aubrey ha visto un fulgor en mitad de la niebla y ha ordenado inmediatamente que su tripulación busque amparo sobre la cubierta porque el enemigo ha lanzado una bala de 8 pulgadas que la barrerá de proa a popa...

Suena Boccherini en la alameda de los pasos perdidos pero apenas parece que quede sitio para la alegría. Michael, dicen, viajaba hacia quizás su peor carrera. 

Desde que el pasado 29 de diciembre sufriera un desafortunado accidente, la vida del Kaiser llenaba de líneas y comentarios la vastedad infinita de esas portavocías que afirman ser imprescindibles porque nos mantienen al día, para que posteriormente fuera el silencio el que los relevara abriendo un espacio para que los peores augurios hicieran presa en nosotros.

Casi seis meses son a todas luces demasiado tiempo, sin duda, pero ha sido saber que Schumacher había despertado de su coma, que mantiene cierto grado de consciencia, que ha sido trasladado de hospital y que su familia pretende mantener la recuperación del heptacampeón del mundo lejos de nuestras garras, y que algunas voces ya se haya levantado apuntando a que siguen sin hacerse bien las cosas...

Qué cosas, me pregunto ingenuamente; qué cosas son esas que deberían hacerse mejor para que les diéramos nuestro placem...

Desde mi humilde punto de vista, la vida privada de Michael es un asunto que sólo le pertenece a él y a quienes en estos momentos velan porque se recupere pronto reclamando un poco de anonimato. Obviamente nosotros apenas pintamos nada en esta historia y por muy acostumbrados que estemos a que el universo que nos rodea resulte un plató de Sálvame Diario con que rellenar las tardes, escuchadme bien: no tenemos ningún derecho de exigir alpiste para una existencia tan anodina que pretende seguir alimentándose con las fortunas y desgracias de sus héroes cuando estos han rechazado amable y publicamente el ofrecimiento.

Schumacher está mejor que hace medio año y eso debería bastarnos. Suena Boccherini en la alameda de los pasos perdidos y a pesar de las quejas, sigue habiendo espacio para la esperanza.

Os leo.

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