jueves, 1 de mayo de 2014

Rivalidad y contrastes


No quiero despedirme de esta jornada sin hablar de Alain Prost, la cara quizás más brillante de esa moneda de oro que hoy ha manoseado todo el mundo, ya que la rivalidad entre el brasileño y el francés definió en buena medida el nivel de crecimiento humano y como piloto de este último.

Escribí hace tiempo, cuando solo Michael Schumacher había superado en números a Prost en la etapa reciente de nuestro deporte, que posiblemente en la decisión que llevó a Ron Dennis a hacerse con los servicios de la todavía joven promesa paulista, pesó también la posibilidad de que Alain no fuese capaz de ir más allá de sus dos títulos mundiales.

Es difícil explicar en la actualidad este tipo de cosas. Hoy los récords caen como moscas y obtener títulos se antoja incluso sencillo, pero en las postrimerías de los ochenta del siglo pasado no era así. Fangio y sus logros suponían una frontera practicamente inalcanzable para el resto de seres humanos. El piloto galo ya había obtenido sus dos coronas y en cierto sentido, nadie en su sano juicio podría recriminarle que se diera por satisfecho con ellas...

Pero llegó Ayrton a McLaren y con él el revulsivo que necesitaba el galo para mostrar todo lo que aún le quedaba dentro.

Las temporadas finales de aquella década fueron complicados para Prost. Su estatus de campeón se había puesto en entredicho por un piloto que era el mismo diablo encarnado. Algo había cambiado sustancialmente alrededor del francés, el talento innato de su nuevo compañero le pilló primero desprevenido y después le supuso una necesidad de reinventarse en cada prueba, que por fortuna para los aficionados a la Fórmula 1 nos dejó contemplar al mejor Alain de toda su carrera profesional.

Desmarcarse en número de títulos y llevar la contraria a quienes pensaban que ya tenía suficiente, solo puso las cosas peores para Prost. Al final de su relación en McLaren, era tricampeón pero Ayrton le pisaba los talones con dos entorchados. El galo sabía perfectamente que Senna no pararía hasta destronarlo y apostó a cambiar de ambiente, yéndose a Ferrari. Aquello salió rematadamente mal, no tanto porque el saldo acabaría siendo de empate técnico a tres coronas, como porque volvía a exigir a Alain una nueva reinvención pero esta vez en un escenario técnico, el que le ofrecía Maranello, que no parecía ser el más adecuado. Y se apartó de las carreras sabiendo que iba a volver...

Llegados a este punto me caben varias preguntas: ¿habría apostado Williams por el retorno de un tricampeón del mundo de 38 años si no se hubiese dado la sabrosa secuencia de circunstancias que interpertó el galo durante los últimos ochenta y primeros noventa del siglo XX? ¿Habría llegado a protagonizarlas Alain sin su legendaria rivalidad con Ayrton? ¿Habría llegado tan lejos Ayrton sin la sombra de Alain...?

Obviamente sabéis mi respuesta. Senna y Prost se necesitaban más allá de lo que se ha escrito sobre ellos y aún podemos seguir escribiendo...

Hay quien me ha preguntado recientemente sobre cuál era la razón por la que me gusta más el profesor que Ayrton, y quizás sea precisamente esta que os he contado, su capacidad a prueba de bombas para no abandonar su propio reflejo por muy peligroso que fuera.

Os leo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ahora que recordamos esta época no está de más darnos cuenta de las "castañas" que salían de Maranello y lo poco que dieron de si. Tendría que llegar la era Shumacher para que aquello pareciera un equipo, y tardaron varias temporadas. Que a nadie le extrañe por tanto el actual cariz de las cosas.
Por otro lado, y salvando las distancias, como me recuerda aquel McLaren al del Nano y Hamilton.
Un saludo.
Alvaro.

Interlagos dijo...

Yo entonces era muy joven y no tenía ni la décima parte de experiencia que ahora. Para mí eran el tipo consagrado (Prost) y la reluciente estrella que se avecinaba (Senna). Su duelo fue épico, memorable, casi irrepetible y sin el casi. Fuimos muy afortunados de vivirlo y poderlo contar a nuestros hijos, nuestros nietos (cuando los tengamos, claro).

Como sennista confeso que soy he de decir que Ayrton era velocidad en estado puro. Ahora que caen los records como el que compra fruta en el supermercado puede parecer fácil, pero en aquella época no lo era. Coches de más de 1000 CV, sin electrónica, con cambio manual de palanca. Senna conseguía mimetizarse con el coche, su coche era una prolongación de sus extremidades, así fue como consiguió tantísimas poles, muchísimas de ellas con autos inferiores, así fue como entró en trance en aquella calificación de Mónaco donde literalmente sobrevoló el circuito.

Y era un competidor visceral, Prost lo sabe muy bien y se tuvo que poner a ello para dar réplica, y vaya si la dio!!!

Aquel 1 de mayo lloré, vaya si lloré. Hoy es sólo un recuerdo, gracias Ayrton, gracias Alain!!!

Y a Mansell, Piquet y compañía, claro!

Valenti Ponte Plnas dijo...

Gracias por tus sabios comentarios, por edad tengo 51 años viví ese época de enfrentamiento y aunque el arrollador Senna era una "máquina perfeccionista" y aunque siempre he sido de las motos, siempre me pareció que el cambio del "profesor" Prost fue de valor y de pura reinvencion así como en su momento el "doctor Rossi dejo Honda para reinventarse con la Yamaha, (otra cosa fue la devoradora de pilotos Ducati,dejando al margen a Soner). Desde Barcelona siempre agradecido , aprendiendo de sus buenos y grandes conocimientos a como de sus acertadas palabras un humilde seguidor Valenti Ponte

Interlagos dijo...

Es un poco largo, pero merece la pena verlo.

http://www.rtve.es/alacarta/videos/conexion-motor/conexion-motor-01-05-13/1797928/

Un abrazo!