miércoles, 30 de abril de 2014

Plata, por ejemplo


Confiar en que unos ingenieros aerodinámicos resolvieran una cuestión de diseño en la que se pretendía que la aerodinámica perdiera importancia, ha venido a ser como apostar a que los mismos hijos de su madre que nos metieron en la crisis nos podrían sacar de ella, refundando el capitalismo, eso sí, como diría el duermevelas Sarkozy mientras hacía genuflexiones ante Angelita Merkel.

El nuevo reglamento FIA es un truño manifiesto. A poco de retornar a Europa —¿de dónde coño habrá salido esto del retorno si las temporadas siempre comienzan lejos de la cuna de este deporte?—, solo se habla de aerodinámica porque a pesar de las modernas unidades de potencia que arrojan en la práctica parecida caballería que los viejos V8, la bendita disciplina que ha resuelto siempre los más complejos enigmas deportivos, sigue estando ahí, donde la dejaron los mismos que la han ido rescatando a poquitos para solucionar una ecuación que tiende a la misma solución sin que parezca que existan otras.

Pero el problema sigue estando arriba, en la gente que contrata y confía en los ingenieros aerodinámicos para que se peléen las alubias de la manera más cómoda posible, los mismos que han montado un tinglado que no admite cambios importantes ni vueltas atrás.

A ver, sin la aerodinámica actual la práctica mitad de los circuitos del calendario necesitarían serios, profundos y costosos arreglos para resultar atractivos en un Mundial de Fórmula 1 digamos que diferente. Y es que Hermann Tilke ha aplicado sobre los trazados que ha firmado desde hace años y de manera bastante escrupulosa, cabe decirlo, una filosofía que ha emanado de la federación y los equipos, enfocada fundamentalmente a las prestaciones aerodinámicas de los vehículos, lo mismo que ha sucedido con la elección de unos neumáticos que ofrecen similares volúmenes delante y detrás y con otras mil chorradillas que sumadas todas ellas, han dado lugar a un escenario en el que la aerodinámica de las narices no solo es totalmente necesaria sino absolutamente imprescindible, ya que sin ella no habría Fórmula 1 tal y como la conocemos desde hace al menos dos décadas.

¿Fue antes la gallina o el huevo?

Tenemos gallina única y huevos idénticos, y lo peor de todo: no hay alternativa viable. Y es que quiero decir con todo esto que como pasaba con la refundación del capitalismo que comentaba al inicio, en el nuevo reglamento nadie ha querido cambiar nada en profundidad sencillamente porque tal y como están las cosas, hacerlo tal y como se nos ha vendido, habría supuesto un suicidio.

No voy a decir aquello de que nuevamente nos han tomado por idiotas porque sinceramente yo no siento que sea así. Los responsables al parecer no saben hacer otra cosa y están vendidos a la aerodinámica y para sus jefes, todavía existen toneladas de inversiones que esperan a ser amortizadas.

Desde esta perspectiva, creo honestamente que habría que estar muy loco para pegar un tiro en las piernas a la aerodinámica, bien desempolvando viejos circuitos que obligarían a un serio replanteamiento de los diseños de coches de carreras o bien recurriendo a un sencillo cambio de modelo de vehículo, que podría contar con neumáticos grandes en el eje trasero y pequeñines en el delantero, por ejemplo.

No se puede. Simplemente es así y nos convendría ir aceptándolo. La Fórmula 1 es aerodinámica por los cuatro costados, está dirigida por mentalidades cortoplacistas y poco proclives a las revoluciones de calado y quienes dibujan sus diferentes reglamentos son ingenieros especializados en aerodinámica. No, no se puede pedir peras a un olmo, aunque seguimos pudiendo elegir el color de nuestras preferencias, plata, por ejemplo.

363, un bonito número. Os leo.


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